Elaborado por: Marina Violeta Urrizola – Directora ejecutiva de COFLAC
8 dic (AHN) Si pensábamos que el frade de 2017, había sido el más importante de América Latina en los últimos años, el poder real hondureño, no deja de sorprender.
No solo por, por permitir, sino por fomentar la descarada injerencia en los asuntos internos de su país, por parte del presidente Trump, hecho sobre el cual nada ha dicho la tan “reconocida comunidad internacional” y sus organismos y organizaciones satélites.
Y hablamos, no solo del descarado llamado a votar por determinado candidato, sino mencionar y luego, antes de los comicios, ejecutar el indulto a JOH, procesado por su propia justicia a 45 años de prisión por narcotraficante. Indultó que, por otra parte, no lo vuelve inocente de las atrocidades cometidas, pero si buscando sembrar el miedo en la parte de la población hondureña, en algunos por férrea oposición y en otros por pasada sumisión.
Así y todo, el domingo 30 se vive en Honduras, una jornada tranquila, con afluencia constante de electores en los locales de votación, donde a diferencia de lo ocurrido en las elecciones primarias, el material electoral estaba, al igual que los equipos tecnológicos y los responsables de su operación también.
Llamativamente, para quienes no siguieron este proceso en el día día, en el cierre de campaña, la candidata Rixi Moncada, concluye su discurso con una seria y fundamentada acusación: el TREP esta hackeado. Durísima afirmación, más aún en el contexto donde se expresaba.
Sobre el TREP, Trasmisión de resultados electorales preliminares, del cual ya hemos hablado en artículos anteriores y que, a pesar de ser preliminares, no dejan de ser vinculantes, una vez que son admitidos por los parámetros impuestos al sistema TREP, pasando a integrar el escrutinio definitivo. Obviamente se aplican a estos resultados todas las opciones de reclamos y
nulidades que la ley electoral habilita.
Cuando llega el fin de la jornada, con el cierre de las Juntas Receptoras de Votos, las boca de urna habilitadas y los controles propios de cada partido político, recién ahí, se alcanza a dimensionar la aberración tecnifica que empezaba a consumarse.
La oscuridad emerge y no por falta de electricidad, tal como en el año 2017, sino de forma mas compleja, más estudiada: empresa oscura, planes de contingencia ausentes, eliminación de la validación biométrica como parámetro del TREP, (porque automáticamente enviaría las actas a recuento especial) y la posibilidad de manipular las actas al momento del escaneo, sin tener el CNE, acceso a la bitácora de esas modificaciones.
El fraude se comienza a consumar a niveles inimaginables, en tanto los grandes organismos y organizaciones, solo piden esperar… y para cuando llegan las actas, previas y varias interrupciones del sistema, ya fueron adulteradas.
Es muy difícil, casi imposible reconstruir la verdad del proceso, se necesitaría contar cada voto de cada urna de la más de 19 mil JRV y no solo eso, sino constatando cuantos electores reales pasaron por ella, ya no desde el sistema biométrico, sino confiando en que los cuadernos de votación no fueron tocados.
Quizás así, se pudiera llegar a alguna aproximación, totalmente alejada de una elección limpia y transparente. Comencemos a hablar de recuento de votos, no de actas.
Admitiendo que Honduras atraviesa el más escandaloso fraude visto, donde los grupos del poder real, han logrado lamentablemente, superarse a si mismos.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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