Entre el miedo del bipartidismo y la fuerza de la refundación

Elaborado por: Ester Oliva

5 dic (AHN) En una era dominada por la tecnología, la vigilancia digital y la hiperexposición de la información, resulta cada vez más inverosímil el viejo libreto del bipartidismo hondureño sobre el fraude. Ni siquiera ellos creen ya ese espectáculo. Es una narrativa gastada, improvisada, una novela mal producida, ridícula y dramática, diseñada únicamente para distraer a un pueblo que ha empezado a despertar.

Hoy, el fraude no se disfraza de actas ni de urnas infladas; se viste de discursos hipócritas, de titulares amañados y de campañas mediáticas que buscan confundir más que informar. En el plano electoral, se intenta inducir al error para que pase desapercibido el verdadero fondo del problema: un sistema secuestrado por los mismos de siempre, donde la democracia ha sido convertida en espectáculo, y el poder, en herencia.

Pero si hay algo aún más preocupante que el show presidencial, es el silencio cómplice alrededor de las elecciones legislativas. Muy poco se habla de los resultados del Congreso Nacional, donde aproximadamente 92 de los 128 diputados siguen respondiendo al bipartidismo, otorgándole una mayoría peligrosa que les permite, una vez más, hacer y deshacer a su antojo con Honduras, incluso con mayor facilidad que en el período 2017-2021, una de las etapas más oscuras de nuestra historia reciente.

¿Qué significa esto en términos reales? Significa que los mismos grupos que saquearon el Estado, que endeudaron el país, que privatizaron derechos y militarizaron la pobreza, hoy siguen teniendo el control de una de las principales estructuras de poder del Estado. Significa que la verdadera oposición al modelo neoliberal, corrupto y excluyente tendrá minoría en el Congreso

En ese tablero es donde entra el verdadero miedo del bipartidismo: LIBRE.

Porque si algo tiene claro el viejo régimen es que mientras exista LIBRE, existe una amenaza real a su hegemonía. Por eso no les basta con intentar derrotarlo en las urnas; necesitan desaparecerlo políticamente, degradarlo, fragmentarlo y reducirlo a la nada. Su objetivo no es solamente ganarle elecciones, sino sacar a LIBRE de la historia, despojándolo de su carácter popular y transformador.

Pero se equivocan

LIBRE no desaparecerá, aunque intenten aniquilarlo de la faz de la tierra. Porque LIBRE no es una sigla, ni una bandera, ni una cúpula. LIBRE es un proceso, una expresión viva del pueblo organizado, una respuesta histórica al abuso, a la desigualdad y al desprecio de las élites hacia los más humildes.

Ahí están los rastros. Ahí están las huellas del gobierno del poder popular. La refundación ya no es una promesa futura: es un hecho histórico. Ha demostrado que se puede gobernar sin arrodillarse ante las diez familias de siempre, que se puede romper con los pactos de impunidad, que se pueden recuperar instituciones que durante décadas fueron utilizadas como botines políticos.

Este es un gobierno que pasará a la historia porque ningún grupo económico, logró arrebatarle al pueblo su esperanza, su identidad ni su amor por Honduras. Un gobierno que, con desafíos enormes, ha demostrado que otro camino es posible: uno donde la soberanía no se negocia, donde la dignidad no se vende y donde el pueblo no se persigue por pensar distinto.

LIBRE no se rinde.

LIBRE no baja la cabeza.

LIBRE aprende, resiste y se levanta.

Y si hoy pretenden empujarlo al silencio, mañana regresará con más fuerza. Si hoy intentan sepultarlo con mentiras, mañana germinará con más conciencia. Porque los procesos populares no se borran con propaganda ni se destruyen con persecución política.

La historia ya no camina hacia atrás.

Y el pueblo no volverá a arrodillarse.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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