• noviembre 16, 2025

Gustavo Petro en la ONU: La dignidad del sur global frente a prepotencia imperial

Elaborado por: Sigfrido Reyes

Tegucigalpa, 30 sep (AHN) Las palabras del Presidente colombiano  Gustavo Petro en la tribuna de la 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada a finales de Septiembre, continúan teniendo repercusiones en todo el mundo. El discurso del líder colombiano puso a la comunidad internacional, y en particular a los Estados Unidos, país sede de la asamblea, ante verdades contundentes. Un tema central del discurso de Petro fue la situación en Palestina.

Como pocos líderes mundiales lo han hecho, Petro, quien anteriormente había patrocinado la creación del Grupo de La Haya junto al gobierno de Sudáfrica, para exigir el fin del genocidio en Gaza, exigió de manera vehemente poner fin de una vez por todas a la matanza contra la población palestina, al tiempo que rechazó la falacia,   propagada por décadas a lo largo y ancho del mundo por el gigantesco aparato ideológico del sionismo, que sostiene que el pueblo judío es el pueblo escogido de Dios, y que por lo mismo tiene derechos especiales, negados a otros pueblos.

Bajo esa premisa, los dirigentes sionistas de Israel han ocupado los territorios ancestrales palestinos y se oponen al establecimiento de  un Estado palestino viable, independiente y soberano. Peor aún, insisten en una expansión territorial, para crear un mítico “Gran   Israel”, que supondría arrebatar  territorios a todos sus vecinos.

En un paso audaz, Petro invitó a las naciones del mundo, mediante una votación  en la Asamblea General de la ONU, para obviar el ya predecible veto de Estados Unidos,  a liberar a Palestina, creando un cuerpo armado multinacional denominado “Unidos por la Paz”, ya que la diplomacia, desde la valoración del presidente colombiano, ha fracasado en poner fin a la barbarie sionista y hay que defender, incluso con la fuerza de las armas, la vida de los palestinos. Exigió que las Naciones Unidas hagan cumplir el derecho internacional, que se respeten las decisiones de los tribunales de justicia internacional  y que se castigue a Netanyahu y sus cómplices occidentales

Gustavo Petro denunció en la ONU la política agresiva de Estados Unidos hacia América Latina bajo la falsa bandera de combatir el tráfico de drogas. El último capítulo de esta ofensiva estadounidense en la región, con un amenazante despliegue naval sin precedentes en el Mar Caribe, pone de manifiesto el absoluto desprecio de los Estados Unidos hacia el derecho internacional y la vida de los seres humanos.

El mismo Presidente Trump se ha encargado de anunciar la supuesta aniquilación en alta mar de pequeñas embarcaciones, con armamento sofisticado, que sólo se reserva para enfrentar reales amenazas bélicas, lo que conlleva la ejecución extrajudicial de sus tripulantes, en un número desconocido. Con justa razón, Petro ha denunciado estos hechos ante la ONU, y los ha calificado como crímenes que deben ser investigados y sus autores sometidos a juicio, incluyendo al autor intelectual que habría dado las órdenes de estos asesinatos: el mismo Donald Trump. Y ha ido un paso más allá, al señalar el fracaso de la denominada guerra anti-drogas de Washington, que privilegia la violencia sobre la inteligencia, y el espectáculo mediático sobre la eficacia frente a los narcotraficantes. Más aún, Gustavo Petro aseveró: “Pero necesitan la violencia para dominar a Colombia y América Latina…La política anti-drogas no es para detener la cocaína que llega a los Estados Unidos….No mira la droga, mira el poder y la dominación”.

 La esencia de la llamada política anti-drogas de Estados Unidos no es para proteger la salud pública, manifestó el presidente colombiano, sino para apuntalar una política que sólo busca el poder, manteniendo a los países latinoamericanos en una  permanente desestabilización, como estrategia para preservar el control sobre ellos. Con ese mismo fin es que han diseñado desde Washington la llamada “certificación”, que premia o castiga a los países por su grado de subordinación a los lineamientos impartidos por el Gobierno de Estados Unidos. Cómo lo ha subrayado Petro, los niveles de reducción de campos de cultivo, las  incautaciones históricas de cocaína, la extradición de 700 cabecillas narcos  y otros logros alcanzados por Colombia en la materia, no son relevantes para Estados Unidos. Lo relevante es que Colombia, por primera vez en décadas, no se somete a los caprichos geopolíticos de Washington, y por lo mismo debe ser castigada, en este caso retirándole la “certificación”. En palabras del mandatario colombiano, “no descertificaron a [Iván] Duke, que tenía a un financiador narcotraficante en su campaña, y sí a Petro, porque dice cosas y verdades”.

De manera directa Petro reprochó a Trump su desdén por la democracia, por la crisis climática y por la vida; y lo señaló por su adicción por las amenazas a muerte y su complicidad con los asesinos. Acusó directamente a Washington y a la OTAN de asesinar la democracia y hacer renacer la tiranía y el totalitarismo a nivel global.  Ya fuera de la sede de Naciones Unidas, en una movilización popular para exigir el fin del genocidio en Gaza, Petro, en relación a las guerras que promueve Trump por el mundo, exhortó a los soldados estadounidenses a no apuntar contra la humanidad sus fusiles.

No cabe duda que Gustavo Petro se ha convertido en una voz que representa el sentir y el pensar de millones de personas en Latinoamérica y en el planeta que rechazan las políticas del llamado “Occidente colectivo”  en contra de los migrantes, los pobres, los “nadie” del mundo. Esas mismas políticas que buscan controlar a toda costa a los demás pueblos del globo, adueñarse de sus recursos naturales y mantener un orden neocolonial. Son las mismas políticas que  alientan la guerra en Ucrania y el exterminio físico de la nación palestina, y que a su vez se niegan a detener el acelerado desastre climático que se cierne sobre la humanidad. Aunque personificadas por  figuras como Trump y Netanyahu, esas políticas son compartidas silenciosamente por las élites que actualmente dirigen las naciones más ricas del planeta. Por ello la reacción tan violenta del Gobierno de Estados Unidos en “castigar” a Gustavo Petro, revocándole la visa para que ingrese a ese país. Su voz resulta demasiado poderosa y incómoda como para permitir que sea escuchada otra vez en Nueva York o cualquier otra ciudad de los Estados Unidos.

Afortunadamente la voz de Petro no cae en una audiencia de sordos. Al contrario, ha generado expresiones de adhesión de relevantes figuras de la política latinoamericana y mundial. Manuel Zelaya Rosales, ex Presidente de Honduras aseveró: “Yo siento y pienso como Gustavo Petro, presidente democrático de Colombia. ¡Viva Palestina Libre!”, mientras Rafael Correa, ex Presidente del Ecuador exclamó, en relación a las posturas del mandatario de Colombia: “Lo que es tener un presidente con dignidad. ¡Hasta la victoria siempre!”. En un seminario internacional de partidos políticos de todo el mundo, realizada recientemente en la Ciudad de México por iniciativa del Partido del Trabajo, los asistentes destacaron la postura firme y valiente de Gustavo Petro en la ONU, y se solidarizaron con sus planteamientos.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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