LA HEGEMONÍA DE EE. UU. A TRAVÉS DEL DÓLAR

Elaborado por: Jorge Luis Oviedo

3 jun (AHN) “Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso éste que se halla condicionado por su organización corpórea. Al producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida material.” Carlos Marx

A través de su moneda EE. UU. puso en práctica un experimento muy distinto a la tradicional conquista de naciones y sus territorios por medios violentos; aunque, en el transcurso de unas pocas décadas, su poderío militar se vería favorecido por la facilidad con que ha obtenido materias primas (saqueo blando y duro) de todo tipo.

Esto dio como resultado que durante más de tres décadas EE. UU. exhibiera su consumo compulsivo como el éxito fundamental del capitalismo, a tiempo que proliferan por el mundo sus bases militares, su intervencionismo a través de guerras, en ocasiones simultáneas en distintas partes del mundo.

A ello se debe agregar el injerencismo por medio de la corrupción de gobernantes, la utilización de tiranos, cuando han resultado útiles o, en caso contrario, la desestabilización de gobiernos y la práctica habitual de golpes de estado o, en última instancia, la muerte de los presidentes que han ido contra sus intereses (nada personal, negocios).

De esta forma, EE. UU. consolidó  un orden mundial basado en reglas; impuestas primero, formalizadas después; y violadas cuantas veces lo han considerado necesario.

Imponer el dólar a través de un mecanismo que jugó con la ignorancia de la mayoría de los 43 representantes de los otros  países que asistieron, con las excepciones muy evidentes de J. M. Keynes y del enviado de la Unión Soviética) fue la llave para consolidar la Doctrina del Destino Manifiesto más allá del patio trasero.

El USD le permitió a EE. UU controlar la mayoría de los bancos centrales del mundo y, con ello, establecerse como el amo y señor de tantos países; en función de lo que a su plutocracia se le ha antojado.

(No está demás decir, especialmente a los jóvenes que no han leído el Manifiesto Comunista, que EE. UU es, en realidad, un imperio corporativo)

Después de la Segunda Guerra Mundial, EE. UU.  no necesitó, como en el siglo XIX, expandirse por toda la faja central del Norte América, del Atlántico y el Pacífico, 3 husos horarios, mientras lo hacía también hacia el Sur, ya arrebatando sus territorios ancestrales a las etnias originarias, ya comprando, haciendo tratados que luego no cumpliría y aprovechando las disputas internas en México.

No, no tuvo necesidad, porque a través del dólar expandió sus fronteras sin ningún problema.

El dólar estadounidense (USD) ha sido el medio clave; y por ello es la principal moneda de reserva y comercio internacional, prácticamente, desde la firma del Acuerdo de Bretton Woods en 1944 (algo había salido mal para el Imperio Británico); consolidándose aún más después del colapso de ese sistema en 1971.

Esta privilegiada posición monetaria; tener el USD como moneda local en todo el mundo por más de 8 décadas, ha otorgado a Estados Unidos una serie de ventajas económicas, políticas y estratégicas que le permitieron construir y reforzar su poderío imperial en muchos ámbitos.

Sin embargo, es conveniente mencionar que el USD se impuso no sólo por el Acuerdo de Bretton Woods, que ya era bastante ganancia política y comercial, sino por el “simbolismo” del genocidio que provocó en 1945, en dos ciudades japonesas (Hiroshima y Nagasaki, el 6 y el 9 de agosto de 1945, respectivamente ) y sus decenas de miles de personas destrozadas en forma instantánea, unas 214 mil, se calcula, entre las dos ciudades.

Las ventajas de un enorme privilegio

-El endeudamiento en su moneda:

EE. UU. puede emitir deuda en su propia moneda (bonos del Tesoro), lo que reduce el riesgo de crisis cambiarias. La mayoría de países (los de América Latina, África y Asia, por ejemplo) al endeudarse en dólares, enfrentan riesgos si su moneda local se deprecia, lo que ocurre con bastante frecuencia.

Por lo demás, le ha permitido a EE.UU usar este mecanismo como parte de su estrategia  de dominación: Irán y Venezuela, por ejemplo, en las últimas décadas han visto a sus monedas devaluarse y con ello soportar una inflación  elevada por efecto de las importaciones, especialmente.

-La Demanda global de bonos del Tesoro:

Muchos países e instituciones extranjeras han comprado bonos del Tesoro de EE. UU. como reservas seguras, lo que permite a EE. UU. financiar su déficit presupuestario a tasas de interés relativamente bajas, mientras esos países e instituciones dejan de hacer inversiones prioritarias o estratégicas que les resultarían más convenientes.

     -Menor presión inflacionaria:

Dado que el dólar es la moneda internacional, aún hoy la más utilizada en el comercio mundial, EE. UU. ha podido emitir (impreso, electrónico o digital) mucho más dinero del que necesita, sin sufrir inmediatamente los efectos inflacionarios. Esa emisión (expansión cuantitativa) le ha permitido saquear el mundo, no sólo a través de sus empresas (fruteras, mineras, petroleras, etc.), sino de aquellas otras en que sus inversionistas (por medio de acciones bursátiles) han adquirido considerable participación y, en ocasiones, el control de muchas marcas empresariales y productos emblemáticos de otros países.

         Por otra parte, Estados Unidos, aprovechando este privilegio, domina, desde su creación, el FMI y BM; y a través de esa participación mayoritaria impuso por medio de los bancos centrales de la mayoría de países, el Modelo de Deuda para emisión monetaria (como calco del Sistema de la Reserva Federal (Fed) y el endeudamiento en dólares al resto del mundo.

Poca necesidad de reservas internacionales:

EE. UU. no necesita acumular grandes cantidades de reservas de divisas extranjeras para comprar bienes y servicios a otros países, ya que lo hace generalmente a través del dólar. De modo que esto le otorga otra ventaja.

Por otra parte, todos los demás países que comercian con EE. UU. o con otras naciones y regiones del mundo, requieren reservas en dólares que garanticen, por lo menos, tres meses de importaciones.

Lo que sí tiene EE. UU. es una deuda que ya supera los 36 billones de acuerdo con el sistema de numeración (trillones para ellos).

     -Facilidad para importar:

Dado que EE. UU. puede pagar sus importaciones directamente en dólares, no necesita preocuparse por la disponibilidad de otras monedas.

Esto, por ejemplo, lo ha favorecido muchísimo, así cuando el BM otorga préstamos para financiar proyectos hidroeléctricos, carreteros, etc., muchos países se endeudan en dólares y adquieren en dólares los equipos y los servicios que estos proyectos demandan.

         En síntesis el dólar ha generado dependencia a la mayoría de países; y una necesidad extrema, en muchos casos, de exportar, desafortunadamente, sus materias primas por precios irrisorios; con lo cual, los agroexportadores, por ejemplo, como en el caso de Honduras, han acaparado las mejores tierras agrícolas y se han dedicado a producir para la exportación sin ningún compromiso con sus compatriotas.

         Honduras no es una excepción en la lista de países cuyos mejores suelos están al servicio (servidumbre moderna) de la demanda de productos agropecuarios del exterior, principalmente, EE. UU.

-Dominio en el comercio internacional:

EE. UU. consolidó rápidamente el dominio de comercio mundial; y cuando abandonó el patrón oro en 1971, ya había garantizado un acuerdo con Arabia Saudí para que el petróleo se continuara comercializando en dólares en dólares. Esto refuerza la demanda global de la moneda y facilita el comercio para empresas estadounidenses.

         Como parte de ese dominio del comercio, EE. UU. tiene un papel central en los mercados financieros globales, lo que le permite imponer sanciones económicas y controlar el acceso al sistema financiero internacional (por ejemplo, a través de SWIFT).

El dólar es y ha sido fundamental para el Poder Geopolítico y Militar de EE. UU.

La presencia militar de EE. UU. en más de 70 países refuerza la percepción de que el dólar es una moneda segura y respaldada por el poderío militar más grande del mundo.

-Sanciones económicas: EE. UU. utiliza el dominio del dólar para imponer sanciones a países que considera adversarios (como Irán, Rusia o Corea del Norte), limitando su acceso al sistema financiero internacional.

No es un secreto que EE. UU. utiliza las sanciones como una herramienta para influir en las políticas internas de otros países. Por ejemplo, las sanciones a Venezuela buscan debilitar al gobierno de Nicolás Maduro y promover un cambio de régimen, que beneficie las políticas hegemónicas de EE. UU.; y este es solo uno de muchos ejemplos.

No está de más decir que las sanciones también pueden dirigirse a individuos específicos (como líderes políticos o empresarios) para limitar su acceso a recursos financieros y presionar cambios de comportamiento.

Sin embargo, lo más relevante de las sanciones es el impacto devastador en la población civil, limitando el acceso a medicinas, alimentos y otros bienes esenciales.

En muchas ocasiones, las sanciones han sido criticadas y se ha exigido en las Asambleas de la ONU, su suspensión; pero esto jamás lo toma en cuenta EE. UU.

-Efecto psicológico: La capacidad militar de EE. UU. contribuyó a la “confianza” global en el dólar, ya que los inversionistas y muchos países lo ven como un activo “refugio” en tiempos de crisis.

     La Reserva Federal es, en la práctica, el banco central del mundo: La Reserva Federal (Fed) tiene una influencia desproporcionada, es decir, otro privilegio exorbitante en la política monetaria global, ya que sus decisiones afectan a las economías de todo el mundo.

         Por otra parte, como ya se ha mencionado, EE. UU. puede mantener déficits comerciales crónicos sin enfrentar las mismas consecuencias que otros países, ya que el dólar sigue siendo demandado como reserva de valor y medio de pago internacional.

Precisamente, esto permite a EE. UU. consumir más de lo que produce, financiando su estilo de vida y su economía con deuda en su propia moneda; además, por décadas ha mantenido un déficit comercial enorme; porque la realidad es que, financieramente, no le afecta importar mucho más de lo que exporta.

Es conveniente recordar que uno de los economistas que más abogó por la globalización fue MIlton Friedman; y en 1993, refiriéndose a Japón, en una columna en Newsweek, dice, entre otras cosas: “Sin embargo, al imponer restricciones adicionales, solo aumentamos el daño, tanto para nosotros como para ellos. Lo más sensato para nosotros es precisamente lo contrario: avanzar unilateralmente hacia el libre comercio. Si siguen imponiendo restricciones, qué lástima, pero al menos no hemos añadido sal a la herida.”

         Está claro que este déficit comercial ha favorecido al sector que concentra la riqueza  y, en general, a los consumidores de EE. UU.; pero con el transcurrir de las décadas, dado que el desempleo y la pobreza extrema se incrementó en Latinoamérica, como consecuencia de los efectos de la globalización (libre comercio) EE. UU. ha experimentado un incremento de la población indocumentada que, en su mayoría ha sido empleada en las actividades que los nacidos allí, especialmente los blancos, ya no les provoca realizar.

A esto hay que sumar el incremento de la precariedad laboral generalizada en todo el Occidente Hegemónico y la manera cómo un porcentaje que no va más allá del 1%, se beneficia excesivamente del modelo neoliberal.

Es conveniente señalar que la República Popular China, dirigida por el Partido Comunista, no adoptó un modelo capitalista clásico, sino que optó, por lo que ellos llaman el Socialismo con Características Chinas, con el que ha combinado con bastante acierto, la rápida industrialización del país, la planificación a grandes líneas (nivel macro), la participación activa y amistosa en el comercio mundial, la generación masiva de empleos, entre otras cosas; y potenciado sus debilidades estructurales de décadas pasadas (pobreza, sobrepoblación) para lograr un salto de calidad y cantidad que EE. UU. ha intentado frenar sin éxito desde 1989 (se intentó una revolución de colores, que palideció rápidamente, cuando el presidente Deng Xiaoping, actuó sin contemplaciones y sofocó las demandas de “abrir un mercado electoral” al estilo occidental. Se atribuyen a Deng Xiaoping, por cierto, algunas máximas o frases referidas a la Reforma y Apertura que se inició al inicio de la penúltima década del siglo pasado; la más conocida es: “No importa de qué color es el gato, con tal que cace ratones.” Otra, más a propósito con el capitalismo es:   “El mercado es un pésimo amo, pero un excelente esclavo”. En esta última existe una idea fundamental de fondo; y es, precisamente, en la que se ha basado el PCCh para impulsar el proceso que lleva ya 45 años y que, como muy bien se sabe, la República Popular China es hoy, sin ninguna duda, el país con la mayor economía real en el mundo, por su notoria capacidad de producción de bienes y servicios.

 Así lo muestra el PIB por paridad de poder adquisitivo (PPA) para 2024, desde antes de la Pandemia de Covid-19.  Este tipo de PIB por PPA es una medida del valor total de todos los bienes y servicios finales producidos en una economía, ajustado para reflejar las diferencias en el costo de vida y el poder adquisitivo entre países.

La relación  PPA en 2024 entre China y US, fue la siguiente:

Según los datos más recientes de 2023 y 2024, China supera a Estados Unidos en PIB por Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) en aproximadamente un 20%, según fuentes como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Aquí los detalles:

1. China: PIB (PPA)  $35.3 billones (2024). 

2. Estados Unidos: PIB (PPA) = $29.2 billones (2024). 

Por otra parte, de acuerdo con el Banco Mundial, China supera, en esta medición, a EE. UU. desde 1917.

Finalmente, si hacemos una comparación del mismo indicador de medición, China supera a la Unión Europea en un 31%; asimismo, la Unión Europea.

Conclusión

El privilegio exorbitante del dólar ha permitido a Estados Unidos ejercer una hegemonía sin precedentes, basada en mecanismos financieros más que en la conquista territorial directa. Esta hegemonía ha condicionado el desarrollo económico de numerosos países, consolidando una arquitectura internacional profundamente desigual. Entender la dimensión estructural de este dominio resulta clave para cualquier intento serio de reformar el sistema económico global hacia formas más equitativas y sostenibles. En los últimos años y, debido a los propios yerros de la política comercial de EE. UU. a través de los BRICS, con China como principal protagonista, se está impulsando la multipolaridad, con la que el dólar ha ido perdiendo, progresivamente, su papel hegemónico en el comercio; aunque no tanto, todavía, en la política. Este proceso, se verá con más claridad a finales de la presente década; pero todo dependerá de la manera que, sobre todo, los países latinoamericanos y africanos se sumen con mayor decisión al Mundo Multipolar, buscando el beneficio mutuo, como promueve China; pero con hechos más que con palabras.

Reflexión final

Parece increíble; pero es una desgraciada y trágica realidad que los países del Sur Global, sigan, en su mayoría, emitiendo dinero basado en deuda y, lo que es peor, endeudándose,  INNECESARIAMENTE, en USD, a través de emisión de Bonos Soberanos que comprometen, totalmente, el futuro de centenares de millones de personas en toda esa parte del mundo.

¿De qué tamaño es la arrogancia y la necedad de las dirigencias empresariales (por oportunistas); la ignorancia (por falta de duda y curiosidad y estudio) de las dirigencias gremiales; y la complicidad de la gran mayoría de los que han hecho de la política su oficio; porque no se atreven a modificar la emisión monetaria para que, como en el caso de la República Popular China, el control del dinero lo decida el Gobierno o, mejor aún, EL SOBERANO A TRAVÉS DEL VOTO) y no la oligarquía financiera y comerciante; esa que no asume responsabilidad con la comunidad o comunidades que los benefician con su trabajo y con el consumo de bienes y servicios.

Antes, mucho antes, de la magnífica y bien argumentada descripción del capitalismo de Carlos Marx (ampliación detallada y explicada de los argumentos breves que se incluyen en EL MANIFIESTO COMUNISTA -1848-), EL CAPITAL (1867…1885…1894), ya más de un autor había puntualizado la trascendencia del trabajo en la cultura general y en la cultura productiva (laboral e intelectual) de nuestra especie. A continuación algunas citas:

  “Creo que donde hay propiedad privada y donde todo se mide por el dinero, difícilmente se logrará que la cosa pública se administre con justicia y se viva con prosperidad. A no ser que pienses que se administra justicia permitiendo que las mejores prebendas vayan a manos de los peores, o que juzgues como signo de prosperidad de un Estado el que unos cuantos acaparen casi todos los bienes y disfruten a placer de ellos, mientras los otros se mueren de miseria.”          Tomás Moro

“El trabajo anual de cada nación es el fondo del que se deriva todo el suministro de cosas necesarias y convenientes para la vida que la nación consume anualmente, y que consisten siempre en el producto inmediato de ese trabajo, o en lo que se compra con dicho producto a otras naciones.” Adam Smith

Y, finalmente, de un hermano mayor,  José Cecilio del Valle:

“El trabajo es el origen de toda riqueza, el trabajo es el principio de la escala inmensa de valores; y si son infinitas las formas con que se presenta la riqueza en los granos del Labrador, en los fardos de Mercaderes, en las obras de los Artesanos, uno solo es el elemento de su estimación.”

“Si queremos que subsista lo político, pensemos, como corresponde, en lo económico. Tener derecho y vivir desnudos, sería muy triste vivir. Ya sabemos que nuestra nación es independiente, libre y soberana. Volvamos la vista a los ramos de riqueza que deben ser base sólida de la independencia, libertad y soberanía. Aprendamos a ser verdaderos agricultores, artistas y comerciantes. Cuanto más observo nuestras tierras, minerales, animales y vegetales, más admiro la riqueza de las producciones naturales.”

 *El expresidente francés (1974-1981) Valéry Giscard d’Estaing (1926-2020) fue quien acuñó el término “privilegio exorbitante” para criticar la hegemonía del dólar. Desde Bretton Woods (1944), Estados Unidos puede adquirir bienes reales simplemente emitiendo deuda, es decir, “pagar con papel”.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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