Consejero hondureño denuncia agudización de violencia por negativa del bipartidismo a revisar urnas
Tegucigalpa, 18 nov (AHN) El supuesto “Plan Venezuela”, convertido en uno de los principales argumentos de ataque y amplificado por medios corporativos hacia el gobierno hondureño, se basa en una narrativa construida desde Estados Unidos y replicado recientemente por la columnista estadounidense Anastasia O’Grady.
Su planteamiento, ampliamente cuestionado, ha sido presentado como un supuesto riesgo político, pese a tratarse de una invención mediática dirigida contra el gobierno hondureño.
La articulista conocida en América Latina por construir su carrera criticando administraciones progresistas, publicó en días anteriores una columna que carece de fundamentos y refleja un marcado sesgo contra el actual gobierno.
Esta fue amplificada por medios corporativos del país, contribuyendo una narrativa que busca erosionar la confianza ciudadana en las instituciones y en el proceso electoral, siendo este un discurso de partidos de oposición con afirmaciones falsas que intenta asociar al Partido Libre con modelos extranjeros que solo existen en su imaginario colectivo.

En su columna publicada en The Wall Street Journal, María Anastasia O’Grady vuelve a difundir acusaciones infundadas al afirmar que Venezuela, con el respaldo de Cuba, busca “engullir” a Honduras mediante un supuesto modelo autoritario que ella denomina “Cubazuela”. Sin embargo, sus señalamientos carecen de cualquier evidencia verificable. La columnista no presenta documentos, datos, fuentes independientes ni pruebas concretas que respalden esta narrativa, lo que confirma que se trata de una construcción mediática sin sustento.
Esta no es la primera vez que O’Grady lanza ataques directos contra el gobierno de la presidenta Xiomara Castro. Sus afirmaciones —que encajan en una postura abiertamente anticomunista y responden a intereses de grupos de poder con agendas políticas en Honduras— han configurado una campaña destinada a generar temor y confusión en la población.
En otra ocasión, citada por un medio de comunicación, la columnista llegó a afirmar que la mandataria “está utilizando todos los trucos del manual venezolano”, y que la candidata oficialista Rixi Moncada “no está dispuesta a aceptar una derrota”. Nuevamente, se trata de declaraciones basadas exclusivamente en especulaciones, sin ninguna evidencia que las respalde, y que parecen orientadas a influir en el clima político previo a las elecciones del 30 de noviembre mediante el miedo y la desinformación.
En otra ocasión, la columnista O’Grady atacó al expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, al afirmar —citando una supuesta “fuente confiable”— que México habría establecido relaciones con el gobierno de Irán. Estas acusaciones fueron desmentidas públicamente por López Obrador, quien calificó la información como falsa y carente de sustento.
Este episodio evidencia un patrón en la labor de la columnista, caracterizado por difundir señalamientos sin pruebas concretas, en ocasiones basados en rumores o fuentes no verificables, con el fin de construir narrativas que buscan desacreditar a gobiernos de izquierda en la región.

Asimismo, O’Grady ha sido ampliamente cuestionada por la desinformación y las inexactitudes presentes en varios de sus artículos . A ello se suma su uso forzado de expresiones coloquiales latinoamericanas para proyectar un conocimiento profundo del continente, pese a que no ha vivido ni siquiera visitado muchos de los países sobre los que escribe.

En ese sentido, según el catedrático y periodista uruguayo Carlos Fazio, docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, O’Grady ha publicado decenas de columnas advirtiendo sobre los supuestos riesgos del “populismo” en América Latina, mientras defiende consistentemente políticas orientadas a la propiedad privada.
Estos reiterados señalamientos han convertido a la columnista en una de las voces internacionales más recurridas por sectores conservadores para construir narrativas contra gobiernos progresistas en la región. Sin embargo, sus análisis han sido ampliamente cuestionados, ya que con frecuencia se basan en conjeturas, omisiones y acusaciones sin sustento verificable. Por estas razones, lo que O’Grady publica no puede considerarse objetivo, imparcial ni verídico, y debe interpretarse como parte de una estrategia mediática que busca influir en la opinión pública más que reflejar hechos comprobables.
HBD
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