Excanciller hondureño rechaza información manipulada sobre gastos de Cumbre CELAC
Elaborado por: Lois Pérez Leira
Tegucigalpa, 6 ago (AHN) El 6 y 9 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó las únicas bombas atómicas utilizadas contra población civil en la historia. Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas en segundos, con una temperatura de 4,000°C en el epicentro que carbonizó seres humanos, dejando sombras de cuerpos grabadas en paredes y calles. Hasta diciembre de ese año, al menos 214,000 personas habían muerto, el 90 por ciento civiles, incluidos decenas de miles de niños.
Los supervivientes (hibakusha), como Toshio Tanaka, describieron escenas dantescas: “Caminaban como fantasmas, con la piel derretida colgando de sus brazos”. Este acto, justificado como “necesario para terminar la guerra”, enfrenta hoy críticas demoledoras: documentos desclasificados y historiadores demuestran que Japón ya negociaba su rendición y carecía de capacidad militar real.
El bombardeo de Nagasaki ni siquiera respondió a un objetivo estratégico claro, la ciudad originalmente planeada (Kokura) estaba cubierta de nubes. La sombra de 1945 se proyecta sobre crímenes contemporáneos: el historiador israelí Omer Bartov afirma que la ofensiva en Gaza cumple con la definición de genocidio de la ONU, destacando la destrucción sistemática.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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