Italia, 27 abr (AHN) En un día soleado, Roma la ciudad eterna confirmó por qué es la ciudad católica del mundo, la Plaza de San Pedro, acogió a más de 200,000 personas de todo el mundo para dar el último adiós al papa Francisco.
Peregrinos de diferentes nacionalidades, idiomas y culturas no se vieron diferentes cuando la fe y devoción protagonizaron el mismo sentimiento de conmoción y tristeza por la pérdida física del pontífice latinoamericano, que desde su muerte el pasado 21 de abril, acompañaron fielmente hasta su entierro.
Desde el viernes en la noche, los creyentes se instalaron en la plaza, con el objetivo de ocupar un espacio cercano y con la mejor vista para despedir al líder católico.
La misa exequial fue presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, que en una ceremonia sencilla, como era característico del Papa, se dirigió a la multitud para dejar ese mensaje de esperanza en sus corazones.
El homenaje también recibió la visita de más de 50 mandatarios y monarquías europeas, que en un mismo lugar se unieron los líderes de América del Norte, del Sur, de Centroamérica y Europa, del Medio Oriente y África, sobre un mismo sentir, el reflejo que las barreras políticas y geográficas dejaron de ser tan relevantes durante la solemne ceremonia fúnebre.
La visita al Vaticano de la Presidenta de Honduras, Xiomara Castro, es el reflejo del amor al prójimo, respeto y solidaridad que abunda en su corazón, la tristeza por la muerte del Papa es evidente en sus ojos, pues no solo falleció un líder espiritual para ella, sino una guía para su mandato que hoy se refleja a través de sus obras y beneficios para el pueblo hondureño.
La presencia de la jefa de Estado hondureña no pasó desapercibida, pues se situó en la primera fila de los mandatarios del mundo, para despedir al Papa con más cercanía como seguramente lo deseaba su corazón.
Entre la multitud se apreciaban sentimientos de tristeza, convicción y orgullo por el legado del Papa, ya que siempre supo cómo llegar al corazón de las personas y reforzar en cada uno las fuerzas espirituales que el mundo necesita.
Francisco defendió incansablemente la paz, denunció las guerras, pidió más puentes y no muros, y siempre se preocupó por los pobres y menos favorecidos.
Al finalizar la misa, su cuerpo fue trasladado desde la Plaza de San Pedro hasta la Basílica de Santa María la Mayor, el acompañamiento del mundo siempre estuvo ahí.
Horas más tarde, la Plaza de San Pedro se mantenía con la visita de cientos de personas que esperaban pasar por donde el cuerpo del Papa permaneció durante la misa.
El último adiós al papa Francisco será recordado por el mundo entero, el primer pontífice latinoamericano, el que cambió la tradición de los tres ataúdes y los cordones de oro por sus zapatos de siempre, evidencia de la sencillez que siempre lo caracterizó.
Hasta siempre papa Francisco.
SGF
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