La democracia en stand by: un camino peligroso de disolución nacional

Elaborado por: Patricio A. Brodsky

Tegucigalpa, 14 jun (AHN) Ya había ocurrido en Jujuy hace 9 años y medio, pero ayer la corte suprema (así con minúscula) en su dictamen en la Causa Vialidad contra Cristina Fernández de Kirchner — sobre todo su inhabilitación a perpetuidad para ejercer cargos públicos— y otros concluye la legitimación de la introducción de la posverdad en la acción judicial inaugurando la era de la posjusticia.

El Lawfare es la prevaricación como Doctrina Jurídica. Esto es una demostración más que a la gran burguesía poco le importan la legalidad y la democracia, en esta etapa de descomposición del capitalismo solo los usa para mantener la ficción alienante acerca del consenso. Es un fallo “a la carta” orientado de acuerdo a los intereses, deseos y dictados de las fracciones hegemónicas de la gran burguesía financiera concentrada. Ya lo dijo CFK anoche, mientras me condenan los autores del endeudamiento más grande de nuestra historia —sin que nadie sepa dónde están los dólares prestados— no solo  siguen libres sino nos siguen endeudando (Sturzenegger, Caputo, Bullrich son Ministros).

No es un dato menor que ya a CFK hace casi 3 años la intentaron asesinar y que quienes llevan la causa, en un curioso caso de doble vara que no aplican cuando se trata de dirigentes del campo popular, se nieguen a investigar a los instigadores y financistas (entre los cuales hay fuertes sospechas que se encuentren encumbrados dirigentes del PRO y LLA).

Recordemos que 9 días después del fallido atentado (gatillaron dos veces un arma en su rostro y las balas no salieron), Pablo Vaca, editor del diario Clarín publicó una nota editorial con el sugestivo título: “Cristina, entre la bala que no salió y el fallo que sí saldrá” Anticipando ¿Futurología? Un fallo imposible en un sistema judicial imparcial. Tres años después las balas salen bajo la forma de un dictamen de la CSJN.

Las técnicas de dominación no son nuevas ni originales, son una acción global del imperialismo, desde siempre el poder judicial es el único de los poderes del estado con rémora medieval, conservador de privilegios y garante último del poder (recordemos que el ciclo de 6 golpes de estado en Argentina fue posible, no solo, por acción de las FFAA sino por su legitimación por parte de este poder elitista y posfeudal).

La deslegitimación de líderes populares mediante la acción de operaciones políticas conocidas como Lawfare cuenta con la indispensable acción de una porción del aparato judicial actuando como “herramienta partidista” en complicidad con la gran burguesía financiera, partidos políticos “del orden” (los mismos sectores que daban funcionarios a los dictadores golpistas) y un aparato de propaganda al servicio de la alienación de la propagación de calumnias e injurias (medios de [in]comunicación —propaganda—hegemónicos).  Lo hemos visto con Ibarra, Lugo, Zelaya, Dilma, Jadue, Lula, Milagro… Hoy lo vemos, una vez más, operando en contra de Cristina Fernández de Kirchner.

No es la primera vez en nuestro país que se desata una persecución judicial contra el peronismo (y no por qué el mismo tenga un supuesto carácter revolucionario, los sectores revolucionarios en el peronismo, que los hay, siempre han tenido una situación de marginalidad). Sino porque esta fuerza (no siempre) actúa como un freno moderador a la lógica de acumulación de una gran burguesía que pretende, como ya lo ha demostrado durante el último medio siglo, concentrar la riqueza aun a costa de perpetrar un genocidio por etapas (físico y económico 1974-1984), (económico-social 1989-2001) y (económico 2015-hasta la actualidad).

Aquí deberíamos hacer una paréntesis, cuando hablamos de peronismo tenemos que aclarar que los gobiernos de Isabel Martínez de Perón, Carlos Menem y Alberto Fernández formaron parte de la perpetración de genocidios contra el pueblo, siempre los genocidios al servicio del proceso de acumulación de la fracción financiera de la gran burguesía capitalista argentina.

En 1955 se abrió una etapa en la cual por 18 años se proscribió al Peronismo, si bien la violencia política fue una constante en la historia de nuestro país (recordemos esa frase de Marx donde dice que la “Lucha de Clases es el motor de la historia” o a aquella que afirma que la “violencia es la partera de la historia”). Esa proscripción abrió un ciclo de violencia política —legitimó el uso de esta por parte de sectores del pueblo—Resistencia Peronista, Uturuncos, EGP, FAP, FAR, Montoneros, ERP, OCPO, etc. Organizaciones que disputaron al estado su pretensión al ejercicio legítimo de la violencia. Entrando en un espiral de violencia como respuesta del aparato represivo que nos condujo al genocidio. En realidad, el eje de la violencia política del estado era desarticular la creciente acumulación del clasismo combativo que entre 1969 y 1973 produjo una serie de insurrecciones populares conocidas como los “azos”.

Al peronismo le costó 18 años de lucha —y mucha sangre— volver a la legalidad y que su líder vuelva a ser electo Presidente.

La proscripción abre la legitimación del ejercicio de la violencia ya que es la propia burguesía la que crea un escenario en el cual se clausura la posibilidad de canalizar la voluntad popular por mecanismos de la democracia formal burguesa (la propia burguesía muestra su concepción instrumental tanto de la Democracia, como de la República -división de poderes-, cuanto del ejercicio burocrático de la Justicia).

Se abre así una nueva etapa en la lucha de clases en Argentina en la que gobierna la fracción más violenta del enemigo de clase y cuya acción desde el colonizado y partidizado poder judicial acaba de proscribir a la principal dirigente política, Presidenta del principal partido “opositor” y con mayor caudal electoral propio. Con la intención, como ya lo vimos en Brasil con la proscripción de Lula, encaramarse en el poder. En Brasil lograron que un violento marginal como Bolsonaro llegue al gobierno “embarrando la cancha” al destituir a Dilma y encarcelar a Lula —poco tiempo después la Corte Suprema de Brasil desarticuló la farsa y Lula hoy es Presidente— en Argentina la “impericia” de Alberto Fernández generó la situación que un violento marginal como Milei no necesitase la “ayudita” del Lawfare para llegar al poder, hoy apelan a él por el desastre genocida que está provocando el gobierno y la perspectiva que CFK como candidata en Provincia de Buenos Aires arrastre votos en forma masiva que debilite al gobierno de Milei, a pesar de su performance electoral borrando al PRO como principal partido del régimen (pensando también la posibilidad de una posible candidatura para 2027, de allí la inhabilitación a perpetuidad).

Sabemos que el capitalismo está en una etapa de descomposición, en una crisis orgánica, a lo que se viene a sumar ahora una crisis institucional. ¿Estaremos a la altura de las circunstancias? ¿Sabremos construir un Frente de unidad que nos permita superar esta crisis y empezar a recorrer un camino antifascista, antiimperialista, anticapitalista? Veremos lo que acontece ahora que la pelota está en nuestro terreno de juego.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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