Congreso hondureño convoca a representantes del CNE para explicar acontecimientos electorales
Elaborado por: Lois Pérez Leira
Tegucigalpa, 7 jul (AHN) Mientras el mundo observa con indiferencia o complicidad, el puerto yemení de Hodeidah, vital para la entrada de alimentos y ayuda humanitaria a millones de personas, está siendo bombardeado por aviones de guerra israelíes.
Este ataque no es un hecho aislado ni un episodio táctico menor: es una nueva provocación, perfectamente alineada con la estrategia imperialista del eje EE.UU.–Israel para expandir su guerra más allá de Gaza y castigar a quienes se solidarizan con la causa palestina.
Israel justifica este bombardeo como una “respuesta” a un ataque hutí contra un barco comercial en el Mar Rojo. Pero esa narrativa es una cortina de humo. La verdad incómoda es que los ataques hutíes son parte de una resistencia coordinada contra el genocidio en Gaza, donde más de 38.000 palestinos han sido asesinados bajo las bombas sionistas con total impunidad. Yemen no ha sido el agresor: es el agredido, al igual que Palestina, Líbano o Siria.
El bombardeo a Hodeidah forma parte de un guión más amplio. Estados Unidos, que financia, arma y protege diplomáticamente a Israel, también dirige y coordina operaciones en el Mar Rojo y mantiene su presencia militar en la región como fuerza de ocupación y control. Lo que presenciamos no es un conflicto bilateral: es un frente abierto por las potencias occidentales contra todo intento de soberanía en el mundo árabe.
El puerto de Hodeidah es uno de los pocos pulmones por los que respira la población civil yemení, asfixiada tras años de guerra, bloqueo y hambre impuestos por la coalición saudí-emiratí con respaldo occidental. Bombardearlo hoy es un acto de guerra deliberado contra el pueblo yemení, pero también contra cualquier forma de solidaridad activa con Palestina.
Detrás de las bombas, los drones y los cazas hay una intención clara: cortar el apoyo material, simbólico y estratégico al eje de la resistencia. Castigar a los que no se arrodillan. Escarmentar a los pueblos que se atreven a enfrentarse a la maquinaria de muerte del sionismo y del imperialismo.
El silencio de los organismos internacionales confirma lo que ya sabemos: las leyes que rigen el orden mundial solo se aplican cuando conviene a los poderosos. Cuando Israel lanza misiles sobre Hodeidah o mata niños en Rafah, el mundo mira hacia otro lado. Pero cuando un pueblo se defiende, se le llama “terrorista”.
Ante esta barbarie, la neutralidad no es opción. Quien calla, otorga. Es urgente que los pueblos del mundo, especialmente los del Sur global, denuncien este crimen y se solidaricen activamente con Yemen y con Palestina. Es momento de decir basta al eje EE.UU.–Israel y de exigir el fin del genocidio, la ocupación y la guerra permanente contra los pueblos árabes.
Hoy es Hodeidah. Ayer fue Gaza. Mañana puede ser Beirut, Teherán o Damasco. La historia nos llama: ¿estaremos del lado de los que resisten o de los que asesinan al pueblo palestino?
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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