Corrupción en España

Elaborado por: Louis Pérez.

20 jul (AHN) El reciente escándalo que involucra al exministro Cristobal Montoro durante los gobiernos de José María Aznar y Mariano Rajoy, vuelve a poner en el centro del debate la profunda podredumbre que atraviesa al Partido Popular (PP), una formación que ya fue judicialmente sentenciada como partícipe a título lucrativo de una trama de corrupción.

Este nuevo caso no hace más que confirmar lo que desde hace años muchos venimos denunciando: en España, los partidos tradicionales de la burguesía han convertido la gestión del Estado en una herramienta para el enriquecimiento propio y de sus redes clientelares.

El PP no es un caso aislado ni una excepción. Es simplemente la expresión más grosera de una forma de hacer política profundamente anclada en el saqueo sistemático de lo público. Desde la trama Gürtel hasta el caso Kitchen, pasando por la Operación Púnica, la historia reciente del PP está marcada por un rosario de escándalos que desnudan la estructura mafiosa con la que operan sus dirigentes.

Pero sería un error pensar que la corrupción es patrimonio exclusivo de la derecha. El PSOE, su supuesto rival ideológico, tampoco se queda atrás. El caso de los ERE en Andalucía —uno de los mayores desfalcos de fondos públicos en la historia democrática del país—, y los recientes episodios de corrupción que afectan a figuras de peso del partido, demuestran que el bipartidismo español ha sido incapaz de regenerarse y sigue siendo rehén de sus viejas prácticas.

Lo que estamos viendo en realidad es una muestra más de la crisis profunda del régimen del 78. Un sistema político que, lejos de garantizar la democracia real y la transparencia, ha blindado a las élites políticas y económicas en una red de impunidad y favores cruzados. La corrupción no es un accidente, es la consecuencia lógica de un modelo político hecho a la medida de los poderosos.

España se ha convertido en un gran escándalo institucional donde los partidos de la burguesía, más allá de sus discursos, comparten una misma lógica: apropiarse del aparato estatal para consolidar su poder y beneficiar a sus socios económicos. La alternancia entre PP y PSOE ha sido, en muchos casos, una simple rotación en la gestión de los privilegios, sin romper jamás con el núcleo corrupto del sistema.

Este escenario exige una reflexión profunda, pero también una respuesta firme por parte de los sectores populares y democráticos. No podemos resignarnos a que el Estado sea una máquina de corrupción al servicio de unos pocos. La regeneración política solo será posible si se rompe con el actual marco institucional y se construye un nuevo proyecto de país basado en la participación ciudadana, la transparencia y el control popular de lo público.

Porque mientras el pueblo sufre las consecuencias de la crisis, los recortes y la precariedad, las élites siguen saqueando sin pudor.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

PUEDES LEER Una China del largo plazo

CORRUPCION EN ESPAÑA.

Anterior

Subsidio energético en Honduras beneficia a un millón de hogares

Siguiente

Siria denuncia nuevos enfrentamientos en Sweida pese a alto al fuego

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Populares