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Elaborado por: Sdenka Saavedra Alfaro (Escritora, corresponsal de HispanTV)
17 sep (AHN) Mientras los organismos internacionales miran hacia otro lado, haciendo casi nada para detener la impunidad de Tel Aviv sobre Palestina, violando las leyes del derecho internacional y saboteando todos los acuerdos de cese al fuego, mediante asesinatos, como a los altos mandos de Hamas en Doha el 9 de septiembre, donde 6 personas perdieron la vida, está claro que el proceso de paz no es el fin de Netanyahu, sino la desaparición de Palestina.
El régimen israelí ha intensificado su política de genocidio y desplazamiento forzoso en la Franja de Gaza —más de 250.000 palestinos salieron del norte hacia el sur— ante las constantes demoliciones de edificios, barrios y casas, en medio de los bombardeos, que ya han cobrado la vida de más de 65.000 palestinos desde el 7 de octubre de 2025, una estrategia de limpieza étnica.
Israel lleva adelante el bloqueo alimentario impuesto como arma de guerra —un millón de mujeres y niños sufren hambre extrema—, según la OMS, el enclave sufre el récord histórico de desnutrición infantil —17.000 niños la padecen—, el colapso alimentario y sanitario, una sentencia de muerte para personas desplazadas, cientos de pacientes gravemente enfermos, incluidos niños y recién nacidos, cada hora muere un niño como consecuencia de la agresión israelí, según Save the Children.
Ningún lugar en Gaza es seguro, incluida la llamada zona humanitaria, se han convertido en “campos de exterminio”. Todo el odio vertido hacia la población árabe nativa palestina, por ansias de poder, responden a un plan de exterminio, según Francesca Albanese, “el genocidio de Israel es un gran negocio”; ya que no ha cesado porque es lucrativo para miles de grandes empresas occidentales, multinacionales, empresas tecnológicas y fabricantes de armas.
A ello se suma la amenaza de la ocupación total del enclave, por parte del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y el proyecto del presidente Donald Trump que está dispuesto a tomar el territorio palestino bajo control estadounidense; pues según el Washington Post, la Franja de Gaza sería “administrada por Estados Unidos durante al menos 10 años” y que en ese periodo de tiempo “se transformaría en un brillante complejo turístico y centro de fabricación de alta tecnología”, mediante una inversión colosal ascendente a 100.000 millones de dólares.
La Franja de Gaza se encuentra inserta en la llamada cuenca del Levante en el este del Mediterráneo, zona que se ha identificado como alto potencial para la explotación de gas natural, además de ello, muchos analistas manifiestan que lo que Israel quiere es apoderarse y controlar el territorio, las costas de Gaza, y construir un puerto a menos de 35 kilómetros de la costa, por las considerables reservas de gas natural. Hay contratos en marcha para proyectos de exploración con grandes petroleras alemanas, británicas, italianas y en particular de Israel.
En medio de todo el dolor del pueblo palestino, que sufre la colonización y la presión constante del régimen de Israel desde la Nakba de 1948, el apartheid y la ocupación de territorios se convirtieron en el motor de la historia para su existencia misma, ahora con los negocios millonarios tanto de Israel, EEUU y Europa para ocupar totalmente Gaza, sin respetar la vida de mujeres, niños y ancianos, se han transformado en un acto deshumanizante en pleno siglo XXI.
Hoy, Gaza es un símbolo de resistencia; pues los Gazatíes no abandonarán su país, a eso se suma la solidaridad histórica de la Global Sumud Flotilla, que intenta romper el cerco israelí, llevando ayuda humanitaria, medicamentos y otros recursos hacia Gaza— se estima que medio millar de personas de casi 50 nacionalidades navegan rumbo a Gaza—.
A todo ello, se suman cada vez más las protestas, mítines, manifestaciones, conferencias, y todo acto de protesta e indignación en el mundo que piden el cese del genocidio del régimen israelí contra un pueblo que se va ahogando en la sangre de sus mártires, quienes, en los últimos suspiros de vida, solo piden libertad, soberanía y autodeterminación a su opresor.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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