Delegación hondureña impone su talento en Juegos Centroamericanos
Elaborado por: Lois Pérez Leira
10 oct (AHN) Las declaraciones de Rander Peña, actual secretario ejecutivo del ALBA-TCP y viceministro para América Latina de la Cancillería venezolana, resuenan con una urgencia que trasciende el habitual debate político.
Su llamado a dejar de lado las “diferencias político-partidistas” en favor del “interés superior” de proteger la paz y la República es, en contextos de percibida amenaza grave, un principio fundamental de cohesión nacional. Peña establece claramente una jerarquía de intereses donde la existencia y la paz de la nación ocupan el pináculo.
Al calificar las diferencias partidistas como “minúsculas e irrelevantes” ante la “grave amenaza a la República,” no está negando la importancia de la diversidad de ideas. Por el contrario, las recibe como “¡Bienvenidas, podemos discutirlas!” una vez que el peligro existencial sea controlado. Este enfoque es profundamente pragmático: ninguna ideología o partido puede prosperar si la estructura fundamental del Estado se derrumba.
La supervivencia nacional se convierte en el gran consenso que debe unir a todos, independientemente de la militancia política. Es crucial su matiz: “unidad no es uniformidad.”
Esta distinción es vital para evitar que el llamado sea interpretado como una anulación de la crítica o una invitación al pensamiento único. La unidad, en este contexto, no implica disolver las identidades políticas, sino forjar un acuerdo estratégico en un punto no negociable: la defensa de la República y la paz. Se trata de un consenso de mínimos esencial para la acción colectiva en momentos de crisis. Se invita a tener diferencias, pero a reconocer que hay un “interés superior que nos une a todos.”
Además, el uso de un lenguaje que apela al deber “moral y ético” eleva la declaración de una simple táctica política a una cuestión de principios. Al enmarcar la defensa de la República como una obligación para “quienes habitamos esta tierra bendita,” Peña busca movilizar no solo a sus seguidores, sino a la conciencia cívica general. Implica que la inacción o la persistencia en las disputas menores frente a la amenaza es una falta ética.
En esencia, el mensaje es un recordatorio atemporal de que, cuando la estabilidad fundamental de un país se ve comprometida, la lealtad partidista debe ceder ante la lealtad a la nación y a la paz. Toda sociedad en crisis debe preguntarse: ¿Qué es lo más importante? Y la respuesta, según Peña, es clara: la República.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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