Delegación hondureña impone su talento en Juegos Centroamericanos
Elaborado por: Lois Pérez Leira
10 oct (AHN) Las declaraciones del expresidente de Honduras y presidente de la Internacional Antiimperialista de los Pueblos, Manuel Zelaya, constituyen la base de la fuerte oposición al Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado. Para Zelaya y sus aliados, este galardón es un “Nobel de la Hipocresía” y una “afrenta a la historia y a los pueblos que luchan por su soberanía”.
El argumento central que descalifica esta condecoración radica en la convicción de que el Comité Noruego del Nobel ha transformado el premio en un “instrumento del colonialismo moderno” al validar a una figura que, según esta visión, ha promovido la desestabilización en su propia nación.
Zelaya cataloga a Machado como “golpista” y “aliada de las élites financieras y de los intereses extranjeros”.
La crítica se intensifica al señalar que la líder opositora presuntamente ha promovido o respaldado sanciones, bloqueos y guerras económicas contra el pueblo venezolano. Para el expresidente hondureño, la paz es incompatible con estas acciones, pues “nunca hay paz cuando se premia a quienes promueven” medidas coercitivas que atentan contra la estabilidad y el bienestar social.
La objeción fundamental, articulada desde la tribuna de la Internacional Antiimperialista, es que el premio ignora el principio de soberanía nacional y autodeterminación, al validar una figura que busca una presión externa. Esta acción es interpretada como una injerencia extranjera ilegítima en los asuntos internos del Estado venezolano.
En conclusión, la concesión a Machado es vista como una decisión profundamente política e ideológica, que desvirtúa el símbolo de la paz y lo utiliza para avanzar en una agenda geopolítica contraria a los gobiernos que defienden su soberanía frente a potencias externas.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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