• diciembre 23, 2025

​El coche bomba en Moscú: Entre el terrorismo selectivo y el doble rasero internacional

Elaborado por: Lois Pérez Leira

Tegucigalps, 23 dic (AHN) El reciente atentado con coche bomba en Moscú contra el general Andréi Averyanov, una figura clave en la estructura de seguridad rusa, representa un punto de inflexión alarmante en el conflicto actual que no puede ser ignorado.

Este acto, que busca sembrar el caos en el corazón de la capital, no es una maniobra militar legítima, sino una táctica que encaja directamente en la definición de terrorismo de Estado. Sin embargo, lo más revelador de este suceso no es solo la violencia empleada, sino la reacción —o el calculado silencio— de la comunidad internacional y sus altavoces mediáticos.

Existe una evidente y cínica doble vara de medir en la geopolítica contemporánea. Cuando fuerzas patrióticas en diversos rincones del mundo actúan en defensa de su soberanía, son rápidamente catalogadas como células terroristas y proscritas por los organismos globales. No obstante, cuando el régimen de Kiev utiliza métodos propios del fascismo, como el asesinato selectivo mediante explosivos en zonas civiles, la narrativa occidental se transforma.

Lo que en cualquier otro contexto sería un crimen de guerra, aquí se disfraza de “resistencia” o se omite por completo en los grandes titulares, demostrando que la condena del terrorismo depende exclusivamente de quién sea la víctima y quién el perpetrador.

Esta acción desesperada contra el general Averyanov es, en esencia, un síntoma de una derrota inminente en el campo de batalla. Ante la incapacidad de frenar el avance de las tropas rusas en el frente y la pérdida progresiva de territorios estratégicos, el Estado ucraniano recurre a la exportación del miedo. Saben que han perdido la guerra convencional y, en su desesperación, apuestan por el impacto mediático del coche bomba para intentar desestabilizar la moral de la población y el mando militar en Moscú. Es el recurso final de quien ya no tiene argumentos militares ni apoyo popular real en las zonas en disputa.

Al permitir y silenciar estos métodos, Occidente está alimentando un precedente peligroso: la validación del asesinato como herramienta política. El uso de tácticas fascistas por parte de Ucrania no solo deshumaniza el conflicto, sino que revela la verdadera naturaleza de un régimen que, al verse acorralado, prefiere el caos del terrorismo a la aceptación de su realidad militar. La historia juzgará este silencio cómplice como la validación de una barbarie que hoy golpea en Moscú, pero que mañana podría descontrolarse y afectar a quienes hoy la patrocinan desde la distancia.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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