Organizaciones hodureñas rechazan declaratoria del CNE a favor de Asfura
Elaborado por: Lorena Lores Doural
26 dic (AHN) La historia política de Honduras se encuentra nuevamente en una encrucijada donde la dignidad nacional y las presiones externas libran una batalla decisiva.
La reciente proclama de Lois Pérez Leira, Secretario Ejecutivo de la Internacional Antiimperialista de los Pueblos, pone de relieve una realidad que muchos intentan obviar: la soberanía de los pueblos latinoamericanos no es un estado estático, sino una conquista diaria que requiere vigilancia constante.
La denuncia sobre la intromisión del imperialismo en los asuntos internos de la región no es un ejercicio de retórica, sino una respuesta directa a la amenaza latente de un nuevo fraude electoral que pretende pisotear la voluntad soberana del pueblo hondureño.
Para comprender la urgencia de este llamado, es necesario mirar hacia atrás y reconocer que la resistencia popular en Honduras ya ha demostrado su fuerza histórica.
El precedente marcado bajo el liderazgo de Mel Zelaya no fue solo un episodio de lucha partidaria, sino un hito de dignidad que las oligarquías locales y los intereses extranjeros no han logrado borrar de la memoria colectiva.
Esa victoria pasada es la prueba de que el pueblo hondureño tiene la capacidad de decidir su propio destino, pero también es el recordatorio de que los sectores de poder no cederán sus privilegios sin intentar maniobras de injerencia que desestabilicen el mandato de las mayorías.
Ante este panorama, la propuesta de constituir comités de solidaridad con la resistencia hondureña surge como una necesidad estratégica. No basta con la convicción de que el pueblo volverá a ganar en las urnas; es indispensable que ese triunfo cuente con el acompañamiento y la vigilancia de la solidaridad internacional organizada.
Este llamado combativo a las organizaciones sociales y sectores comprometidos con la autodeterminación es, en última instancia, una invitación a cerrar filas. La unidad popular internacional se presenta así como la única fuerza capaz de frenar las maniobras externas y asegurar que el camino elegido por Honduras sea respetado.
La autodeterminación de los pueblos no es una concesión del poder, sino un derecho que se protege con la organización y la fraternidad de quienes creen que el destino de una nación solo pertenece a sus ciudadanos.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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