Presidenta Castro acepta renuncia de ministro de Desarrollo Social
Elaborado por: Lois Pérez Leira
Este 28 de junio no fue un aniversario cualquiera. A 16 años del golpe de Estado que interrumpió abruptamente el gobierno legítimo de Manuel Zelaya, el coordinador general del Partido Libre volvió a tomar la palabra frente al país. Lo hizo no solo para recordar un hecho que sigue marcando la vida política de Honduras, sino también para encender las alarmas sobre lo que él denunció como un nuevo intento de fraude electoral, orquestado por el Partido Nacional y el Partido Liberal.
Zelaya fue claro: estas dos fuerzas tradicionales, que durante décadas se turnaron el poder, estarían tejiendo un acuerdo soterrado para evitar una nueva victoria del proyecto progresista. Y en ese contexto, reafirmó su apoyo decidido a Rixi Moncada como precandidata presidencial de Libre.
La advertencia no es menor. Si algo ha dejado claro la historia reciente de Honduras, es que la desconfianza en el sistema electoral no es paranoia, sino memoria viva. La ciudadanía todavía recuerda las elecciones de 2017, marcadas por denuncias de fraude, apagones informáticos y represión. Las heridas de ese proceso siguen abiertas. Por eso, cuando desde Libre se habla de “nuevo intento de fraude”, no se trata de retórica política, sino de una preocupación legítima.
El respaldo a Rixi Moncada tampoco es casual. Su nombre ha ganado peso en los últimos años por su labor firme y transparente desde el Consejo Nacional Electoral. Su compromiso con la democracia, la soberanía y la refundación del país la convierte en una candidata con perfil técnico y político, capaz de continuar el proceso de transformación iniciado con el gobierno de Xiomara Castro.
Zelaya no solo está señalando posibles riesgos, también está planteando una ruta: unidad dentro del movimiento popular, defensa activa del voto, y respaldo a liderazgos con trayectoria y credibilidad. Frente a las maniobras de los sectores conservadores que buscan revivir el viejo bipartidismo, la respuesta no puede ser la pasividad. Honduras necesita elecciones limpias, y necesita también una ciudadanía organizada y vigilante.
Este nuevo aniversario del golpe no solo debe servir para recordar el pasado, sino para defender el presente y el futuro. Si en 2009 se rompió el orden constitucional para frenar un proyecto de cambio, hoy las amenazas son más sutiles, pero igual de peligrosas. La historia ya enseñó lo que está en juego. La pregunta es si el pueblo hondureño permitirá un nuevo golpe electoral?
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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