Elaborado por: Lois Pérez Leira
Tegucigalpa, 10 ago (AHN) Bolivia se aproxima a sus elecciones presidenciales del 17 de agosto en un escenario de crisis múltiple: colapso económico —25.8 por ciento de inflación, desabastecimiento de dólares y alimentos—, fractura política histórica y un riesgo latente de deslegitimación democrática.
El detonante central es la proscripción de Evo Morales, líder del Movimiento al Socialismo —MAS—por decisión del Tribunal Constitucional en mayo de 2025 bajo el argumento del límite de mandatos (Artículo 168 de la Constitución). Morales denunció la medida como “lawfare” y “una maniobra colonialista”, llamando al voto nulo: Han usado el TCP para eliminarme igual que en 2019. Esto no es justicia, es persecución política con apoyo extranjero”.
Esta exclusión ha profundizado la división en la izquierda. El MAS, fuerza hegemónica desde 2006, hoy se fragmenta en tres frentes: los seguidores de Morales —que obedecen su llamado a anular el voto—, los simpatizantes del presidente Luis Arce –quien renunció a la reelección por su baja popularidad–, y el sector de Andrónico Rodríguez —candidato oficialista con 15 por ciento en encuestas—, acusado por los evistas de “traición”.
El vacío de liderazgo ha abierto paso a una derecha revitalizada: Samuel Doria Medina (Unidad Nacional), empresario minero con propuestas de ajuste neoliberal —eliminar subsidios, privatizar empresas estatales y alinearse con EE.UU.—, lidera las encuestas con 18.7 por ciento. Le sigue el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (2001-2002), prometiendo “enterrar el ciclo nefasto del MAS”.
El llamado de Morales al voto nulo podría invalidar hasta el 12.5 por ciento de las papeletas, sembrando dudas sobre la legitimidad del resultado. Organizaciones indígenas y movimientos sociales ya alertan sobre un “proceso antidemocrático”, recordando que la inhabilitación de Morales ocurrió tras bloqueos en Cochabamba que él mismo alentó: “Nos volveremos a encontrar, a organizar y a luchar juntos”, declaró a sus bases.
La tensión se agrava por el contexto económico: las reservas internacionales caen a $165 millones, existe riesgo de default en 2025-2026, y proyectos estratégicos como la industrialización del litio —(25 por ciento de reservas mundiales— siguen estancados tras 17 años. El próximo domingo la ciudadanía tiene la última palabra.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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