Contra el odio prefabricado: por una política del sentido común

Elaborado por: Elvin Guerra

Tegucigalpa, 9 oct (AHN) En el actual ambiente de campaña política, nos topamos con una serie de discursos mediatizados por las corporaciones, opinadores, políticos y líneas editoriales que masifican conclusiones, enunciados, ideas que asientan como una verdad y luego pretenden que aceptemos por sentido común.

Es así, como vemos a una Maribel Espinoza jugando con la argumentación jurídica, a un Salvador Nasralla y Tomás Zambrano declarándose cristianos provida, a pesar de que sus acciones han sido cualquier otra cosa menos cristiana, y un cúmulo de juicios y acusaciones hacia las personas que piensan diferentes.

Los medios de comunicación nos han acostumbrado a coexistir con discursos que se alejan de la verdad y que están lejos de poder ser comprobados, pero que se presentan como afirmaciones comprobables. Así lo hicieron cuando la presidenta Xiomara Castro tomó el poder.

Ideas sin sentido como: “que iba a meter gente desconocida a nuestras casas”, o “que comía niños”, parecen afirmaciones ridículas, pero que el bipartidismo y los medios corporativos se encargaron de repetir constantemente como verdades.

Gracias a estos discursos, se cultiva el terreno del odio, cuyos emisarios se enorgullecen de esparcirlo y radicalizar las diferencias. Además, diseñan subjetividades alteradas a través de discursos de odio, promueven fantasmas de los permanentes enemigos de los valores tradicionales: pureza, honestidad, la familia y la religión.

El argumento cada vez es más evidente, a través del insulto y la mentira, se lamentan de la pérdida del orden y una plenitud del pasado. Para los partidos Nacional-Liberal el pasado es una añoranza que nunca pasó. Una afirmación constante que durante la narcodictadura estuvimos mejor, que somos igual que ellos. Sin embargo, se encargaron de proteger sus intereses desde el Congreso, para poder saquear libremente las tierras ancestrales, desproteger a los trabajadores, privatizar el país, en especial la salud, desembocando en un sistema sanitario colapsado.

Se han vuelto expertos en organizar ficciones argumentativas y ahora imbuir en nosotros su odio, para luego utilizarlo a su conveniencia. La política nacional-liberal se convierte en una narración de su propia teoría política.

Ahora nos toca, rescatar nuestra soberanía individual y colectiva, construir proyectos políticos comunes, que posibiliten sentido común, entendiendo el sentido común, como proyectos, ideas, prácticas compartidas y de bienestar, defendiendo el derecho de autodeterminación, el no sometimiento a las dictaduras de los medios corporativos y los intereses privados; en definitiva, necesitamos una política del sentido común que defienda nuestra vida sobre la economía y lo que producimos.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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