Elaborado por: Lois Pérez Leira
Tegucigalpa, 6 ago (AHN) Decenas de miles de israelíes tomaron las calles de Tel Aviv y Jerusalén en una jornada de protestas históricas contra la decisión del Gabinete de Seguridad israelí de ocupar militarmente la ciudad de Gaza.
La movilización, considerada una de las más grandes desde el inicio de la guerra, alcanzó su punto álgido cuando manifestantes bloquearon la autopista Ayalon –principal arteria vial de Tel Aviv– incendiando neumáticos y enfrentándose a la policía con gases lacrimógenos. Nueve personas fueron detenidas tras los choques, mientras carteles con lemas como “Ocupación = Muerte” ondearon sobre una multitud estimada en 100,000 personas concentradas en la Plaza de los Rehenes.
La tensión escaló en múltiples frentes: en Jerusalén, manifestantes rodearon la residencia del primer ministro Benjamin Netanyahu durante la reunión del Gabinete que aprobó la operación, mientras que en Tel Aviv, un grupo de activistas irrumpió en los estudios del Canal 13 durante una transmisión en vivo, desplegando una pancarta que acusaba a Netanyahu de “asesinar rehenes”. La policía confirmó arrestos en el centro de Tel Aviv tras enfrentamientos a golpes entre agentes y manifestantes que intentaban romper cordones de seguridad.
La decisión de ocupar Gaza Ciudad ha desatado una tormenta política incluso dentro del establishment israelí. La cúpula militar advirtió que la operación pondría en riesgo la vida de los 50 rehenes restantes en Gaza (solo 20 con vida, según inteligencia) y agotaría a tropas exhaustas tras 22 meses de guerra. En un comunicado desgarrador, el Foro de Familias de Rehenes acusó al gobierno de “llevarnos a una catástrofe colosal”. Lishay Miran Lavi, esposa del cautivo Omri Miran, declaró frente a la multitud: “Esta decisión es una sentencia de muerte para quienes más amamos”.
Críticas desde el corazón del poder
Mientras las calles israelíes ardían, la comunidad internacional reaccionó con contundencia. Alemania, Italia, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda emitieron una declaración conjunta tachando la ocupación de “violación del derecho humanitario”, destacando que agravará la hambruna en Gaza, donde 212 personas–98 de ellos niños– ya han muerto por desnutrición. Alemania suspendió envíos de armas a Israel, medida que Netanyahu calificó de “premio al terrorismo”. La ONU alertó que la operación causará “más desplazamiento masivo, muerte y sufrimiento” en un territorio donde ya hay 61,369 fallecidos y 152,850 heridos desde octubre de 2023.
El plan que desató la crisis
El detonante de las protestas fue la aprobación nocturna del plan para ocupar el norte de Gaza Ciudad –área con un millón de habitantes– bajo el argumento de “desarmar a Hamás” y establecer una “administración civil alternativa”, excluyendo a la Autoridad Palestina. Aunque Netanyahu insiste en que no buscan anexión, la operación incluiría el desplazamiento forzado de civiles hacia el sur, pese a que ciudades como Jan Yunis y Rafah son “zonas de escombros inhabitables”, según describe la Cruz Roja.
¿Qué sigue?
La presión combinada de las calles y la comunidad internacional podría forzar un repliegue táctico. El enviado estadounidense Steve Witkoff se reunirá este domingo con el primer ministro qatarí en Ibiza para impulsar un alto el fuego, mientras el Consejo de Seguridad de la ONU celebra una sesión urgente. Para Nira Sharabi, viuda de un rehén asesinado, la solución es clara: “Solo un acuerdo detendrá esta máquina de muerte”. Mientras tanto, en Gaza, civiles como Umm Ibrahim Banat –desplazada cuatro veces– resumen el horror: “Ya no somos refugiados. Somos muertos caminantes”.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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