Cuando el “modelo yanqui” no cabe en nuestras casas

Elaborado por: Elvin J. Guerra

Estos días circula en la red social X una publicación que elogia cómo la nueva administración de Estados Unidos normaliza la presencia de niños en la vida de los funcionarios, usando como ejemplo al vicepresidente estadounidense, James David Vance y su hija.

Este ideal de familia tradicional contrasta con las políticas y discursos previos de Donald Trump, que atacaban la llamada “agenda woke” y sus enfoques sobre educación sexual y reproductiva, pero que ahora parecen reforzar un modelo familiar conservador.

No obstante, este ideal es una ficción para nuestros pueblos latinoamericanos. En nuestras tierras, la familia trasciende el modelo nuclear. Aquí, las familias incluyen tíos, abuelos, primos, hijos de crianza e incluso vecinos, conformando redes de apoyo que desafían el reduccionismo del modelo yanqui.

Este caso no es aislado. De manera similar, hemos visto a figuras como Elon Musk llevar a su hijo al Salón Oval durante encuentros con el presidente Trump. Estas imágenes, con las que muchos podemos identificarnos como hijos o padres, esconden una ficción que refuerza una hegemonía ideológica: el ideal de la familia nuclear.

La hipocresía yanqui de la familia tradicional se ve quebrantada ante el abuso a la misma infancia. Solo para recordar un dato, durante el 2018 se arrebataron a 1,995 niños y niñas de sus familias mientras migraban, y el 29 de enero de este año, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en Estados Unidos, investigaba el maltrato que sufrió la niñez deportada a Colombia, mientras los medios de comunicación aseguraban que en los aviones venían migrantes delincuentes.

Ahora bien, ¿por qué nos interesa reflexionar sobre estas ideologías yanquis como hondureños? En primer lugar, porque estas acciones invisibilizan la lucha feminista sobre la maternidad.

Las mujeres continuamente luchan por su derecho a la lactancia y maternidad y han demandado que nosotros, los hombres, ejerzamos nuestra paternidad y hoy, un grupo de hombres blancos pretenden darnos una lección de familia.

Por otra lado, la oposición hondureña ha sido un “papel de calcar” de los políticos yanquis; ya se veía a unos imitar el baile de Trump y a otros asegurar que el libertarismo es la solución. Pero los líderes de la oposición hoy no pueden imitar la imagen de la familia yanqui, pues no tienen esa figura conservadora que demanda esta estrategia.

Entonces, utilizan como recurso la figura ciudadana, para darnos una imagen con la cual identificarnos. Es así como ellos salen a entrevistarse con hombres y mujeres en el mercado, porque si yo veo a una vendedora de verduras aconsejar a un político, me puedo sentir identificado porque soy de clase obrera.

No es que a la oposición le interese la clase obrera, solo usa imágenes con las que puedo sentirme identificado. En lo particular, la Presidenta Xiomara Castro nos da un contraste frente a este fenómeno.

Es fácil notar que, cada vez que la mandataria Castro aparece, las personas la rodean, pues ella misma es un imán para el pueblo, no porque sea un símbolo que intente contener una identidad, sino porque personifica nuestra Resistencia Popular. Cada inauguración de escuelas, sus visitas a la Basílica de Suyapa, en cada una de sus presentaciones, se puede ver cómo las personas acuden a ella.

Hoy, la oposición nos intenta borrar de nuestra Lucha Popular. Sin embargo, cada uno de nosotros sabe el rol que asumió la Presidenta Castro al unirnos en un solo proyecto político, concreto, no ideológico; un proyecto donde nuestras aspiraciones se van condensando.

Un proyecto donde todas las familias conforman una comunidad, no un ideal individualista. Somos una comunidad de familias, donde la realidad la construimos juntos, no aisladamente como pretende el capitalista, proteccionista y conservador.

A diferencia de la oposición, que necesita la mediación de los medios de comunicación y una realidad virtual, nosotros vivimos una realidad concreta, que supera todas las mentiras de los remedos de derecha.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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