Cumbre en Alaska: ¿quién ganó? ¿alguien perdió?

Elaborado por: Sigfrido Reyes (Expresidente del Congreso de El Salvador)

19 ago (AHN) Decía el Presidente Hugo Chávez Frías, que mientras los gobiernos van de cumbre en cumbre, los pueblos van de abismo en abismo. La tan esperada reunión entre el Presidente Vladimir Putin y el Presidente Donald Trump ha desatado diversos comentarios en todo el mundo especulando unos y otros sobre quién ganó y quien perdió en ese duelo de titanes. La cumbre desencadenó otros encuentros de alto nivel, en diversos formatos, para examinar las perspectivas abiertas en Anchorage, Alaska, por los mandatarios de las 2 mayores potencias nucleares del mundo, y protagonistas centrales de la guerra en Ucrania.

Probablemente quien más se acerca a una descripción razonable de los resultados sea John Bolton, antiguo Asesor de Seguridad Nacional de Trump, y hoy convertido en su acérrimo crítico. En opinión de este  halcón del establishment de Washington, Putin es quien más ganó, mientras su antiguo jefe en la Casa Blanca simplemente no perdió. Se podría agregar que quienes realmente perdieron son aquellos que han hecho una apuesta fuerte por la continuación del conflicto ucraniano, desde diversos intereses.  Volodomir Zelensky, el cabeza del régimen ucraniano, que perdió la legitimidad como Presidente de ese país hace más de un año, sin duda que es uno de los grandes perdedores. Sus exigencias de un cese al fuego inmediato, más su negativa a reconocer la perdida de territorios en el Este y Sudeste de Ucrania, fueron totalmente desechadas.

Los principales jerarcas europeos, entre los que destacan Macron, Starmer y Merz, de Francia, Gran Bretaña y Alemania respectivamente, más Úrsula von der Leyen, jefa de la Comisión Europea, también figuran en el bando perdedor. Ellos intentaron sabotear los acercamientos entre Rusia y Estados Unidos para buscarle un fin a la guerra ucraniana, alentando a Kiev a no ceder en sus pretensiones y redoblando su compromiso de apoyo militar al régimen de Zelensky. La cumbre de Alaska los ha descolocado, obligándolos a sostener reuniones de emergencia entre ellos y con Zelensky, para reorganizar su estrategia guerrerista, sin ocultar su desconcierto.

La oposición a una solución negociada al conflicto en Ucrania es tan patética, que en sus intervenciones públicas, posteriores a la reunión en Anchorage, tanto Putin como Trump han responsabilizado a los dirigentes europeos y a Zelensky  de eventuales retrocesos en el camino hacia la paz. La precipitada visita a la Casa Blanca de  estos dirigentes europeos el pasado 18 de agosto, acompañando nerviosamente  a Zelensky, frente a un Trump volátil e impredecible, evidencia que sus intenciones de prolongar indefinidamente la guerra, a costa del pueblo ucraniano, han entrado en un callejón sin salida.


Aunque aún hay muchas aristas de este complejo conflicto, que deberían ser abordadas en eventuales negociaciones entre la Federación de Rusia y Ucrania, y todavía hay aspectos sustantivos  de las conversaciones en curso que no han sido reveladas al público, hay ya un cambio en el escenario.  Lo que hasta hace poco parecía imposible siquiera de discutirse en la mesa, hoy empieza a aceptarse ya como un hecho inevitable, a partir de las realidades en el teatro de operaciones militares, que definitivamente favorecen a Rusia. El realismo político empieza a abrirse paso. Ucrania tiene cerradas las puertas de la OTAN. Trump se lo ha dicho claramente a Zelensky, alentándolo a acordar pronto la paz: “Rusia es una gran potencia, Ucrania no”.

Al final, más que especular sobre quien ganó en la cumbre de Alaska, dónde el consenso general es que Putin salió avante con sus posturas, terminada esta guerra habrán dos grandes ganadores: el pueblo ruso y el pueblo ucraniano, que han pagado un elevado precio en vidas humanas, heridos, mutilados, desplazados y en daños materiales incalculables. Habrán ganado posiblemente también garantías para su seguridad, sobre la premisa que la seguridad de uno no puede conseguirse a costa de la seguridad del otro, al contrario de lo que inútil e irresponsablemente, desde hace más de una década, se empecinaron en imponer los jerarcas de la OTAN, desatando el estallido de este conflicto.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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