• septiembre 24, 2025

El 17 de septiembre y la dignidad del Magisterio en Honduras

Elaborado por: Leoncio Alvarado Herrera

17 sep (AHNEl 17 de septiembre es una fecha que nos invita a reconocer y reflexionar sobre la trascendental labor de los maestros y maestras en la formación de quienes serán los futuros ciudadanos del país. La docencia es, sin duda, una de las profesiones más nobles en un Estado, pues su misión es cultivar el conocimiento, los valores y la conciencia crítica de la sociedad. Si la familia es la primera institución en la vida de una persona, la escuela constituye la segunda más importante. Como lo expresó Francisco Morazán: “La educación es el alma de los pueblos”. Pero para que esta frase cobre sentido real, se requiere del compromiso estatal para dignificar no solo la labor docente, sino también las condiciones del sistema educativo que hacen posible un proceso de enseñanza-aprendizaje de calidad.

En muchos países, la educación es motivo de polémica. Algunos cuestionan la debilidad de las políticas públicas, otros se debaten sobre el rol de la escuela en la sociedad moderna: ¿debe el sistema educativo transformar la sociedad o, por el contrario, es la sociedad la que define la formación de los nuevos ciudadanos? Preguntas como estas también nos llevan a reflexionar sobre cuál debería ser el perfil del estudiante al concluir sus estudios. En países como España, por ejemplo, se critica que los alumnos están siendo formados únicamente para integrarse en el engranaje del capitalismo, convirtiéndose en piezas funcionales de un sistema que prioriza la productividad por encima de la formación integral de la persona. En otras sociedades por ahí va la polémica también.

En Honduras, el sistema educativo ha estado condicionado históricamente por las ideologías de los distintos gobiernos y creemos que eso también suceden en el mundo en cierta medida. La derecha, en particular, se ha caracterizado por debilitar este sector. Tras el golpe de Estado de 2009, los docentes apenas recibieron un incremento salarial aproximado de 1,000 lempiras, mientras que muchas protestas fueron reprimidas con violencia, llegando incluso a judicializar, perseguir, e inclusive se registraron muertes de profesionales. Durante el gobierno de Porfirio Lobo Sosa, en 2012, se implementaron reformas que despojaron a los gremios de varios derechos adquiridos y esa fue una de las causas de las protestas.

Los resultados del régimen fueron desastrosos: en 2009, la tasa de analfabetismo era cerca del 5%; sin embargo, bajo la narcodictadura llegó a elevarse hasta el 13%, un retroceso abismal. Además, cerca de 12,000 escuelas quedaron prácticamente destruidas de un total de más de 23,000 centros públicos, reflejo del abandono.  Esto explica la intención sistemática de privatizar la educación, excluyendo a las mayorías más pobres en beneficio de una élite política y económica que quiere concentrar todo: riqueza, conocimiento y poder.

En contraste, el actual gobierno del Socialismo Democrático, liderado por la presidenta Xiomara Castro, ha puesto la educación en el centro de su proyecto de Refundación. El lema del pasado 15 de septiembre, “Educar para refundar”, refleja con claridad esta visión. En apenas tres años, el magisterio ha recibido incrementos salariales consecutivos (2023: 1,500 lempiras; 2024: 1,300; 2025: 1,500), algo insólito en la historia nacional. Además, se han recuperado más de 5,500 escuelas, antes en ruinas, lo que permite a los estudiantes recibir clases en condiciones más dignas. A ello se suman programas como la merienda escolar y la matrícula gratuita, que benefician a más de 1.2 millones de alumnos y fortalecen el “tridente clave” de la educación: familia, docente y estudiante. Esto se complementa con el logro histórico de la declaratoria de Honduras como país libre de analfabetismo en los 18 departamentos, con más de 500,000 adultos mayores alfabetizados con la metodología cubana “Yo sí puedo” lo cual constituye una victoria colectiva de gran relevancia.

Sin embargo, los desafíos persisten. La propuesta de reformas a la Ley del Instituto de Previsión Magisterial (INPREMA), que busca mejorar pensiones, reducir años de servicio para la jubilación y garantizar derechos complementarios como incapacidades y bonos, enfrenta la oposición férrea de la derecha en el Congreso Nacional. Este rechazo evidencia una intención clara: impedir que el pueblo acceda a una educación digna y crítica, porque una sociedad formada puede cuestionar y desmontar la lógica capitalista, egoísta e individualista que requiere de la pobreza para sostenerse. Condición en la que nos han mantenido por más de 100 años.

En este día, también es justo recordar a figuras históricas que marcaron el rumbo de la educación hondureña, como José Trinidad Reyes, fundador de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en 1847, o Francisco Morazán, quien defendió una educación gratuita y laica para todos. Sus legados nos recuerdan que la educación debe ser siempre un pilar para la justicia social y la libertad de los pueblos. Hoy, más que nunca, esta fecha debe servirnos para reflexionar sobre la urgencia de garantizar a las futuras generaciones un sistema educativo público, humano y transformador, que fortalezca la calidad de vida de la sociedad en su conjunto. Apostar por lo público no es una opción: es un derecho que le pertenece al pueblo y que nunca debe convertirse en mercancía al servicio del capital. La presidenta Xiomara Castro siempre dice en su lucha: “Lo público nos une”.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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