El ascenso de Libre y el declive de la oposición en Honduras

Por: Juan Luis Urquía

Tegucigalpa, 16 mar (AHN) Las elecciones primarias desarrolladas el pasado domingo 9 de marzo en Honduras, fueron atípicas, ya que se vieron empañadas por la tardanza en la llegada de material a centros de votación, situación que “a todas luces”, es responsabilidad del Consejo Nacional Electoral, y específicamente en quien lo dirige, la presidenta consejera Cossette López.

Pero dejaron en evidencia una realidad innegable: el crecimiento del oficialista Partido Libertad y Refundación (Libre).

Este, es sin duda, un fenómeno político cimentado en el respaldo popular, en ese sentido, se puede afirmar que este ascenso no es casualidad, sino que es el reflejo de un pueblo que ha sufrido décadas de corrupción, fraudes y saqueos perpetrados por quienes hoy se presentan como los grandes críticos del gobierno.

Pero, ¿a qué se debe el crecimiento del partido del Gobierno del Socialismo democrático? El respaldo a Libre no proviene de estrategias de marketing vacías, de propaganda en medios privados, ni de alianzas con los grupos de poder que históricamente han controlado el país.

Es el resultado del “hartazgo” ciudadano tras los escándalos de corrupción que marcaron la administración de los partidos tradicionales, casos como los fideicomisos oscuros, el saqueo del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), la estafa de los Hospitales móviles, sobrevaloración de proyectos, pagos ilícitos a medios o periodistas y los fraudes electorales de 2013 y 2017 quedaron grabados en la memoria de un pueblo que, finalmente, decidió romper con ese ciclo de impunidad.

Tal como señala la candidata presidencial oficialista, Rixi Moncada —que obtuvo la mayor cantidad de votos entre los presidenciables de los tres partidos que participaron en las elecciones primarias— el ascenso de Libre también se debe a la “juventud heroica”, ese bastión fundamental del proyecto de transformación.

Aquellos niños que presenciaron el golpe de Estado en 2009, hoy son jóvenes revolucionarios que han perdido el miedo a la lucha y abrazan la resistencia como un camino hacia el cambio.

Es imposible no conmoverse al ver a la juventud con un ímpetu de lucha irrefrenable, por eso, es oportuno recordar las palabras de Salvador Allende: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica.”

Hago, una pausa, respiro, suspiro y saludo a los jóvenes, almas rebeldes, que son obreros de las grandes transformaciones en Honduras y el mundo. 

Por otro lado, la oposición, incapaz de ofrecer una propuesta política coherente, optó en los últimos tres años, por una estrategia de ataques infundados y campañas de desinformación, las “fake news”, de cada día, son el despertador de los mismos de siempre.

Que son aquellos sectores que en su momento callaron ante el saqueo de las arcas públicas, y hoy son el “génesis” de acusaciones sin sustento contra el gobierno de Libre, es irónico que quienes manipularon el proceso electoral en 2013 y 2017, sumiendo al país en crisis políticas y sociales, ahora pretendan erigirse como guardianes de la democracia y de la patria.

Por eso el avance del partido Libre representa más que una victoria partidaria; una transformación del panorama político hondureño, ya que este movimiento logró consolidarse como la principal fuerza del país gracias a una conexión genuina con la ciudadanía.

Los ataques provenientes de los mismos sectores que propiciaron el colapso económico y social de Honduras, que sin duda están detrás del “Boicot” electoral del 9 de marzo, solo refuerzan la convicción de que el cambio del bipartidismo fue más que necesario y que el pueblo ya no está dispuesto a retroceder.

Las elecciones recientes demostraron que la mayoría de los hondureños no se dejan engañar por discursos reciclados de quienes, en el pasado, justificaron el saqueo y la corrupción.

La oposición, en cambio, se enfrenta a su propia crisis de credibilidad, una que no podrá superar con estrategias basadas en la desinformación y el miedo, tampoco con millones de lempiras o dólares gastados en medios privados, ya que se comprobó en los recientes comicios, aún con toda la maquinaria comunicacional al servicio del bipartidismo, fueron derrotados.

El futuro político de Honduras no se definirá en los ataques mediáticos ni en las campañas de desprestigio, sino en la capacidad de los partidos para conectar con las necesidades reales del pueblo. Y en ese terreno, Libre sigue marcando la diferencia.

La política en Honduras cambió, y quienes no entiendan esa transformación están condenados al olvido, porque Honduras ya no quiere volver atrás, quiere seguir avanzando, y esta vez, nadie podrá detenerlo.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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