Consejo de Ministros aprueba Presupuesto General 2026 sin aumentar impuestos en Honduras
Elaborado por: Lois Pérez Leira
18 ago (AHN) Hubo un tiempo en que la palabra “genocidio” parecía confinada a los libros de historia. Un término incómodo, archivado junto a los horrores del siglo XX. Hoy, sin embargo, resurge con una brutal vigencia en las calles, tribunales y titulares que denuncian la masacre en Gaza. Este despertar no es casual: es el legado de un abogado argentino en silla de ruedas, Carlos Slepoy Prada, quien desde el exilio en España devolvió al mundo las herramientas jurídicas para combatir la impunidad. Su lucha, iniciada en los tribunales españoles, es hoy el puente que une los crímenes de las dictaduras latinoamericanas con el genocidio palestino.
I. El Arquitecto de la Justicia Universal: Carlos Slepoy, de Víctima a Vengador de la Humanidad
La historia de Slepoy es un mapa del dolor y la resistencia del Cono Sur. Detenido y torturado en la ESMA días antes del golpe argentino de 1976, sobrevivió a simulacros de fusilamiento gracias a la presión internacional. Exiliado en Madrid, un disparo por la espalda de un policía ebrio en 1982 lo dejó con secuelas permanentes . Pero fue en esa silla de ruedas donde gestó una revolución jurídica.
En 1996, un encuentro fortuito con el fiscal Carlos Castresana lo llevó a cuestionar: ¿Por qué no usar los tratados internacionales para juzgar a los genocidas argentinos en España? Junto al juez Baltasar Garzón y el penalista Pepe Galán, presentó una querella basada en el principio de jurisdicción universal. Su argumento era tan simple como revolucionario: los crímenes de lesa humanidad ofenden a toda la especie humana, y cualquier tribunal del mundo puede perseguirlos .
El resultado fue histórico:
- El auto contra Pinochet (1998) donde la Audiencia Nacional española afirmó que el genocidio no prescribe y que su persecución trasciende fronteras.
- La condena a 1.084 años para el represor argentino Adolfo Scilingo por los “vuelos de la muerte”.
- La extensión de los juicios a genocidas de Guatemala
- (Ríos Montt) y el franquismo, este último llevado a Argentina ante la impunidad española.
“La vida de una persona influye en lo que hace”, decía Slepoy. Su vida—marcada por la tortura, el exilio y una bala—fue el cimiento de una doctrina que hoy protege a los vulnerables .
II. Gaza: Cuando el Genocidio Deja de Ser una Alegoría
Hoy, la palabra que Slepoy arrancó del archivo histórico define la realidad de Gaza. Según un comité especial de la ONU, la ofensiva israelí es “consistente con un genocidio”: 43.736 palestinos muertos, 103.370 heridos (cifras de 2024), y el uso del hambre como arma de guerra . Los informes son abrumadores:
- 25.000 toneladas de explosivos (equivalente a dos bombas nucleares) lanzadas sobre Gaza.
- 66 niños muertos por desnutrición directa, y 18.741 hospitalizados por inanición aguda en 2025.
- Declaraciones de autoridades israelís que buscan “hacer Gaza inhabitable”, corroboradas por la destrucción de hospitales, sistemas de agua y cultivos.
Para Amnistía Internacional, esto no es guerra: es un “acto genocida” calculado. El bloqueo de ayuda humanitaria—a pesar de órdenes de la Corte Internacional de Justicia—prueba la intención de “destruir físicamente a la población palestina” . La relatora de la ONU Francesca Albanese lo resume con crudeza: *Tras el genocidio está el plan del Gran Israel”.
III. El Puente Jurídico Entre Madrid y Gaza: La Batalla Contra la Impunidad
La gran aportación de Slepoy fue convertir el derecho en un arma de los sin poder. En el recurso contra Pinochet (1998), desmontó las excusas de la impunidad:
- Refutó que el genocidio solo pudiera juzgarse en el país donde ocurrió (“Sería impensable que España no pudiese juzgar a un genocida español en el extranjero”).
- Demostró que estos crímenes, al dañar a la humanidad, habilitan tribunales extraterritoriales.
Hoy, ese mismo principio sostiene las demandas contra Israel:
- La Corte Internacional de Justicia investiga el genocidio tras la denuncia de Sudáfrica.
- Colectivos de derechos humanos usan los informes de la ONU que citan patrones de genocidio (hambre intencional, desplazamiento masivo, declaraciones de odio).
- La sociedad civil global—como antes las Madres de Plaza de Mayo—presiona a los estados cómplices para aplicar embargos de armas y sanciones.
IV. Slepoy en Nosotros: Memoria Como Antídoto Contra la Barbarie
Carlos Slepoy murió en 2017, pero su estrategia sobrevive. Como dijo Norita Cortiñas—Madre de Plaza de Mayo—en un homenaje: “Hicimos lo difícil, pero lo hicimos”. Su legado es triple:
- Jurídico: Convirtió la jurisdicción universal en un estándar contra dictadores.
- Moral: Enseñó que la justicia es una lucha constante, no un gesto pontificio.
- Colectivo: Demostró, como en la querella argentina contra el franquismo, que los pueblos pueden suplir la cobardia de los estados .
Hoy, mientras Israel ignora resoluciones de la ONU y tribunales internacionales, su figura recuerda que la impunidad es una decisión política. Los estados que arman a Israel (EE.UU., Alemania, Reino Unido) podrían detener este genocidio. No lo hacen. Por eso, como Slepoy enseñó, la ciudadanía global debe asumir su rol:
Exigir embargos de armas y sanciones.
Apoyarla Corte Penal Internacional.
Nombrarel genocidio: como hizo él con Argentina, Chile o Guatemala.
La Palabra Como Trinchera
Slepoy solía decir: “El optimismo no es de ingenuos, sino de militantes”. Hoy, Gaza prueba que su lucha no fue en vano: la palabra “genocidio” ya no la monopolizan los verdugos. La opinión pública global—estudiantes, jueces, médicos—la usa para interpelar a los poderosos.
Por eso, al nombrar Gaza como genocidio, honramos a ese abogado de barrio que, desde una silla de ruedas, creyó que el derecho podía ser un arma de justicia. Su vida nos grita: Callar ante el horror es cómplice. Denunciarlo, el primer acto de resistencia.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
PUEDES LEER: Retroceso electoral de la izquierda boliviana
