La impostura occidental ante la masacre en Gaza palabras que confortan al opresor

Digan lo que digan, no hay gesto de valentía en esas palabras. Al igual que criticar un incendio mientras se financia a los piromaniacos, condenar las masacres entre besos y contratos bélicos no frena ni un solo disparo. En cambio, habilita el continuo bombardeo con armamento occidental y blinda la impunidad de quienes lo cometen.

Elaborado por: Daniel Jadue

22 jul (AHN) Veinticinco países, con España, Francia, Reino Unido, Canadá y Australia al frente, han emitido una declaración conjunta “condenando” las matanzas de civiles durante el reparto de alimentos en Gaza y exigiendo un “alto al fuego inmediato”. Sin embargo, esta condena retórica, sin acciones efectivas, representa una impostura política que sirve para desviar la atención de la responsabilidad estructural: el suministro incondicional de armas, apoyo diplomático y político a Israel.

Digan lo que digan, no hay gesto de valentía en esas palabras. Al igual que criticar un incendio mientras se financia a los piromaniacos, condenar las masacres entre besos y contratos bélicos no frena ni un solo disparo. En cambio, habilita el continuo bombardeo con armamento occidental y blinda la impunidad de quienes lo cometen.

Las escenas reflejan una brutalidad sistemática: Gaza está siendo desalojada, sitiada, fusilada mientras espera ayuda; 87,8 por ciento de su territorio está militarizado y el 88  por ciento de la población desplazada o sin refugio. ¿Alguien imagina que una condena tibia, sin respaldo político, pueda revertirlo?

Peor aún, se pinta a Hamás como “responsable único” mientras se omite mencionar que las armas, la logística y la diplomacia que sostienen los ataques, y que han sostenido mas de siete décadas de ocupación ilegal, provienen en gran parte de esos mismos países que ahora levantan la voz. Esta declaración retórica de Occidente los convierte en cómplices funcionales: hablan de “derechos humanos” mientras su maquinaria diplomática blinda a Israel de consecuencias reales.

Es hora de plantarse frente a esta hipocresía. ¿Para qué servirá esta condena si no acompaña presión real, sanciones económicas, boicot de armas, corte de colaboración militar? Señalar con el dedo no basta: es imprescindible ir más allá de las palabras. Lo que demanda Gaza no es un comunicado bonito; es un acto político de ruptura.

Nos enfrentamos a un sistema internacional que perpetúa el terror, invisibilizado por los mismos que lo financian. Si no detenemos el flujo de armamento, recursos y respaldo a Israel, no habrá alto al fuego que valga. Porque el verdadero exterminio no sucede en el altar del horror, sino en los pasillos de la diplomacia que giran sin recoger responsabilidades.

Las exigencias mínimas que deberían acompañar cualquier condena son un embargo inmediato de armas a Israel; suspender cualquier venta militar y tecnológica que se use contra Gaza; revocación de acuerdos diplomáticos y tratados bélicos, incluyendo presiones para investigación independiente en tribunales internacionales; acceso sin precedentes de ayuda humanitaria vía ONU y ONG, eliminando restricciones inmediatas a las caravanas de auxilio; y sanción real a empresas e instituciones cómplices, desde fabricantes de armas, hasta bancos que financian el negocio de guerra.

Hasta ahora, lo que ha llegado de Occidente son palabras despojadas de músculo político. Hablar de condena mientras se asegura que “no se rompa la alianza” es elegir de qué lado de la historia estar. Y Occidente, una vez más, elige el poder por sobre la vida.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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