Congreso hondureño convoca a representantes del CNE para explicar acontecimientos electorales
Elaborado por: Leoncio Alvarado Herrera
Tegucigalpa, 7 jul (AHN) Recientemente se han cumplido 16 años del vil asesinato de Isis Obed Murillo, joven de 19 años que se convirtió en el primer mártir de la resistencia hondureña. Su muerte ocurrió el 5 de julio de 2009, durante una manifestación pacífica en el aeropuerto de Toncontín, en Tegucigalpa, donde el pueblo exigía el retorno del presidente legítimamente electo, José Manuel Zelaya Rosales, depuesto por un golpe de Estado perpetrado el 28 de junio de ese año.
Miembros del Ejército hondureño, bajo el mando del jefe del Estado Mayor Conjunto, Romeo Vásquez Velásquez, abrieron fuego contra la multitud justo cuando el avión del presidente sobrevolaba el aeropuerto. En ese acto represivo fue asesinado Isis Obed, originario de Olancho y proveniente de una familia de la clase trabajadora. Su sacrificio consolidó un proceso de lucha popular que había surgido pocos días antes la formación del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) y, posteriormente, con la fundación del Partido Libertad y Refundación (LIBRE) en 2011.

El golpe de Estado de 2009 no solo representó una ruptura del orden constitucional, sino también el inicio de un régimen represivo y corrupto, responsable de más de 5,000 crímenes de diversas modalidades contra el pueblo hondureño. Durante más de una década, Honduras fue sometida a una narcodictadura que saqueó al país, desmanteló sus instituciones y sumió a millones en la pobreza y la desesperanza. Hasta tal punto que salían muchos salieron en caravanas de migrantes hacia los EE.UU en busca de mejores condiciones de vida.
Somos un pueblo de historia, de memoria y de lucha. Desde 2006, Honduras comenzó a romper con cien años de bipartidismo que había mantenido intacto el estatus quo, beneficiando a una minoría que controla el 80% del PIB, mientras la clase trabajadora, la gran mayoría de los 10 millones de hondureños, apenas accede al 20% de la riqueza nacional.
Ese intento por romper con el statu quo y quitar los privilegios al grupo de poder en favor del pueblo, incomodó profundamente a las élites tradicionales. Fue precisamente esa iniciativa de abrir un nuevo camino, uno que por primera vez incluía la participación de la ciudadanía, lo que desató una violenta reacción por parte de aquellos que se aferran a la acumulación de capital de manera ilegal. Como resultado, mucha sangre fue derramada por hondureños y hondureñas que, con valentía, apoyaron ese cambio y abrazaron la esperanza de un país más justo y democrático.
No queremos más mártires. No queremos más crímenes nacidos del secuestro de la democracia. Por eso recordamos a Isis Obed y a todos los que han dado su vida por una causa común: el bienestar del pueblo hondureño y la construcción de una verdadera democracia. La sangre derramada, las voces silenciadas y las luchas del pasado renacen cada vez que el pueblo enfrenta injusticias, corrupción y burla por parte de los mismos sectores de poder. Así como no olvidamos las dictaduras del pasado, como la de Tiburcio Carías Andino, tampoco olvidamos la narcodictadura reciente que dejó profundas heridas en las familias hondureñas.
Mientras la élite política y económica intenta conservar sus privilegios a cualquier costo, por medio de violencia, fraudes, golpes de Estado o sobornos a la justicia; el pueblo hondureño despierta, toma conciencia y exige justicia. Esta es una lucha constante, porque quienes han secuestrado la democracia siguen buscando impunidad, escudándose en discursos de persecución política y en redes de protección construidas a base de complicidad y corrupción.
Pero el pueblo, que es el verdadero constructor de la democracia, no olvida. Mientras haya memoria y resistencia, la lucha continúa, ahora concentrada y organizada a través del Partido Libertad y Refundación, que recoge el sentimiento, los ideales y la esencia de la lucha del pueblo hondureño. Isis Obed Murillo, símbolo eterno de dignidad y sacrificio, seguirá acompañándonos desde lo más alto, impulsando esta causa por una patria justa, incluyente y verdaderamente para todas y todos.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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