Elaborado por Daniel Alberto Madriz
15 oct (AHN) El origen de la lectura se pierde en la profundidad de los tiempos inmemoriales, cuando las primeras comunidades tuvieron la necesidad de expresarse más allá de verbo y la oralidad efímera, para dejar sentado mensajes o códigos de manera permanente.
La acción de leer va unida a la escritura, estiman filólogos, que los textos más antiguos provienen de Mesopotamia, actual Irak, alrededor del 4000 años antes de nuestra era.
Las primigenias escrituras se realizaron en tabletas de arcillas grabadas con escritura cuneiforme sumeria. Muchos siglos después con el desarrollo de las civilizaciones en todo el mundo, y la aparición del Capitalismo como sistema de producción, su complejidad operativa y la intensidad de la mecanización y las tecnología al proceso laboral para así obtener más plusvalías de las fuerzas productivas, obligó a las dueños de los medios de producción a que la lectura e instrucción se fuese socializando, hasta convertirse en una actividad central en la cultura y en las sociedades con un alto grado de industrialización.
La lectura más efectiva debe ser la comprensiva, y eso sucede cuando se presta plena atención a todo el texto, es integral, y se hace un esfuerzo consciente por descifrar su contenido cognoscitivo. Este tipo de lectura, es la idónea para la compresión holística, contribuyendo a la formación y superación cultural del lector.
La lectura es una de las piedras angulares de la formación del conocimiento, permitiendo al ser humano recuperar sus memorias históricas, sus saberes, experiencias, y vidas de sus antepasados, siendo la principal forma de acceder al caudal de información recopiladas durante siglos. Al hábito de la leer, se le atribuyen numerosos beneficios, entre ellos, la expansión del vocabulario, la adquisición de nuevos conocimientos, una mayor adaptabilidad social y cultural, mejorando la capacidad para comprender lo leído, al adquirir habilidades y herramientas cognitivas, que le permiten formular y elaborar un pensamiento crítico y tener mayor compresión de los textos leídos.
Leer permite apropiarse de una herramienta cognitiva que amplía la capacidad de las personas y la humanidad. Hoy frente a las redes sociales, atiborradas de mentiras, falsedades, tergiversaciones y manipulaciones interesadas en colonizar, ahora las mentes a través de Internet, adquiere mayor importancia la lectura crítica, buscar las fuentes de información de donde provienen los que leemos y miramos, muchas veces de forma acrítica, que nos llevan a asumir silogismo como ciertos, que nos llegan través de los falsos positivos, que buscan manipular, no solo a una persona, sino amplios sectores de la población, para fines aviesos y denigrantes, ganar elecciones, satanizar organizaciones, progresistas etc.
Grandes intelectuales de la talla del pedagogo Paulo Freire, ve la lectura como una forma de humanización, dado que la lectura permite vivir, de forma metafórica múltiples vidas, explorar diferentes culturas y puntos de vista, siendo fundamental para el pensamiento crítico, además permite luchar por lograr la formación de una sociedad más justa e inclusiva.
Paulo Freire define asimismo la lectura, como un acto que implica tres elementos ineludibles, que describe en sus diversos textos pedagógicos, señalando la percepción crítica; la interpretación; y la reescritura, lo que transforma al lector y al mundo, considerando que la lectura es esencial para hacer a la humanidad más humana.
Para el destacado novelista y profundo literato argentino Julio Cortázar, cuando se lee, el lector se conecta con su propia lengua y, al mismo tiempo, se abre a una comprensión más amplia del mundo, ejercitando su inteligencia y sensibilidad.
Para el autor de Rayuela, leer es un acto transformador que permite al lector participar en un juego literario, cuestionar la realidad, y hasta conectarse con el autor y otras perspectivas humanas.
Para Julio, leer no implicaba obtener y recibir respuestas del escritor, sino de hacer preguntas, de expandir la inteligencia, la sensibilidad, y de convertir al lector en un cómplice activo que se involucra en la experiencia del texto y, a través de él, en la exploración de lo que significa vivir. Él llamaba a desafiar la realidad después de leer situaciones críticas y contradictorias de las sociedades.
La literatura según Cortázar, no nace para dar respuestas, sino para interpelar, para hacer preguntas que abran nuevas perspectivas sobre lo real y para inquietar al lector. Igualmente, el escritor argentino, veía la lectura como un juego o algo lúdico también, una forma de involucrar al lector en la obra a través de una estructura que fomenta su participación activa. En obras como Rayuela, el lector es invitado a construir el texto, como en el jazz y sus improvisaciones.
Para Cortázar, el lector no debe ser un ente pasivo, lo invitaba a un encuentro con el autor y con el texto mismo. Leer según él, era una conversación diferida, que saltaba la barrera del tiempo y permitía al lector establecer un diálogo con la obra, convirtiéndose en un cómplice o un acompañante en el camino del quién escribía la obra.
En cuanto a la era digital y las lecturas virtuales, especialista en la materia aseveran que leer en físico es importante porque mejora la concentración y la comprensión, desarrolla el pensamiento crítico y la empatía, y estimula el cerebro, mientras que hacerlo en el celular, es intermitente porque ocurren muchas distracciones que dificultan la atención a textos, además de ser menos reflexiva en comparación con el formato impreso.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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