La detención de Romeo Vásquez: un caso mediatizado

Elaborado por: Elvin J. Guerra  

El pasado 12 de enero en Honduras, un juez penal dictó auto de formal procesamiento contra el general en retiro, Romeo Vásquez Velásquez, quien además quedó bajo arresto domiciliario.

Fue detenido el 5 de enero, en relación con acusaciones de homicidio contra Isy Obed Murillo y de lesiones graves contra Alex Zavala, ambos líderes de la resistencia durante el golpe de Estado de 2009.

Paralelamente, medios corporativos, figuras políticas y familiares del general lanzaron una campaña en la que acusan al gobierno actual de llevar a cabo una persecución. En ella presentaron a Romeo Vásquez como una “víctima”, utilizando esta figura para igualar las diferencias de clase y argumentar que se trata de un caso de persecución política.

Al observar todas las noticias, foros y opiniones vertidas a favor de Vásquez, nos enfrentamos ante un discurso mediatizado que emerge de la derecha radical hondureña.

Esta manera de construir realidades dominantes solo es parte del andamiaje de la transición democrática predicada por el capitalismo del siglo XXI en Latinoamérica.

Es así como se instala todo un espectáculo que permite la presencia permanente de esta justificación, separándonos de lo vivido durante el golpe de 2009, donde el Estado dejó de percibir más de 7 mil 438.6 millones de lempiras en recaudación de impuestos, préstamos y cooperación, y se realizaron casos de ejecución extrajudicial, asesinatos selectivos, cientos de detenciones ilegales, casos de tortura, malos tratos y violencia sexual contra mujeres y personas LGBTIQA+.

Tal es el caso de Vicky Hernández, una mujer trans asesinada en 2009 por militares golpistas. El 26 de junio de 2021, la Corte Interamericana de Derechos Humanos determinó que Honduras violó su derecho a la vida, basándose en que la policía la había hostigado el día anterior a su asesinato, y que, debido al golpe, tanto militares como policías controlaban las calles la noche en que murió.

Al ver los noticieros y las opiniones en redes sociales nos encontramos con un mundo realmente invertido, donde lo verdadero se convierte en un fragmento de lo falso. Un claro ejemplo es la declaración del hijo del general, quien afirma que el asesinato de Isy Murillo se debió a la Cuarta Urna.

Esta justificación intenta vincular el homicidio con la propuesta de una consulta popular por el entonces presidente constitucional Manuel Zelaya que desencadenó un golpe de Estado e instauró una narcodictadura que duró 12 años y 7 meses.

Para la oposición hondureña, el asesinato de Isy Murillo parece no ser lo relevante; lo importante es su desacuerdo con el proyecto político de Zelaya, lo que, según ellos, justificó sus acciones.

Vemos cómo Romeo Vásquez, en tan solo unos días en prisión, se enfermó de COVID, se declaró discapacitado y logró obtener arresto domiciliario. Finalmente, fue recibido por su hija en casa, sano y sin discapacidades, en un video que se volvió tendencia en TikTok.

Al analizar críticamente este espectáculo, descubrimos que representa una negación visible de la vida, reiterando de manera descarada la objeción de los crímenes del general.

Allí donde el mundo real se cambia en simples imágenes, las simples imágenes se convierten en seres reales y en las motivaciones eficientes de un comportamiento hipnótico. Gracias a esta hipnosis se han vertido una serie de insultos hacia los familiares de Isy Murillo e incluso hacia él mismo. Desde que la culpa es de la madre por andar a un menor en una movilización, que era un “ñangara” y revoltoso, hasta que son instrumento de la Presidenta hondureña, Xiomara Castro.

Ese es un discurso ininterrumpido mediado por imágenes, un monólogo para autojustificar los delitos cometidos en el 2009.

En este momento de reparación de la memoria histórica de Honduras, los medios de comunicación masiva nos demuestran cómo las élites, la oposición y la corrupción se imponen como los capaces de configurar realidades mediadas y virtualizadas. La constante lluvia de justificaciones a favor de Vásquez nos hace victimarios y lo convierte a él en una víctima.

Nos llevan a olvidar cómo sus violaciones a los derechos humanos contribuyeron a la instauración de políticas neoliberales en Honduras, acompañadas de desfalcos, robos y la privatización de servicios públicos, incluida la salud. Al final, tras enriquecerse, nos culpan a nosotros mismos por las consecuencias.

Que la sangre de nuestros mártires florezca en justicia y conciencia.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

PUEDES LEER: Romeo Vásquez: de la impunidad a la justicia

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