Elaborado por: Patricio A. Brodsky
Tegucigalpa, 15 jun (AHN) Desde hace mucho tiempo nos hallamos sumergidos en una guerra civil mundial; esta, en algunos lugares se expresa con mayor o menor violencia, pero nos encontramos con acción de la alianza hegemónica desde hace rato que les ha declarado la guerra a los pueblos.
En 1974-5 el economista marxista André Gunder Frank escribió dos cartas dirigidas a Milton Friedman y Arnold Habegger para denunciar como el neoliberalismo, que, “economistas” de la Escuela de Chicago habían comenzado a imponer en Chile luego del golpe de estado contra Salvador Allende en 1973, no era una doctrina económica sino una guerra declarada contra el pueblo de Chile y que no era posible imponerlo sin perpetrar un genocidio.
Hoy vemos la radicalización de esta ofensiva contra los pueblos de la mano de un proceso de descomposición y putrefacción de un capitalismo cada vez más concentrado en menos manos mientras inmensas capas de la población mundial caen en la pobreza y la indigencia. Estamos arribando a la etapa que Marx define como crisis revolucionaria dado que las relaciones sociales de producción se han vuelto una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas, hecho que se ve en la creciente marginación de una importante porción de la humanidad. No se trata solo de un problema de distribución de la riqueza sino de la estructura propia de la sociedad de clases en general y del capitalismo en particular. Las sociedades de clase son sociedades donde un reducido grupo ha concentrado los medios de coerción (tanto violenta como no violenta la capacidad de construir consenso a partir del monopolio de los medios de producción y reproducción ideológica).
Hoy todos los medios de que disponen las clases dominantes, en particular sus fracciones hegemónicas, están volcados al servicio de la reproducción a escala ampliada del saqueo capitalista en una virtual “guerra civil entre clases” donde vemos a estas clases dominantes en una violenta ofensiva casi sin respuesta por parte de los sectores populares, podemos hilvanar varios acontecimientos que están sucediendo desde, al menos principios de este año, como indicadores visibles de este ataque por parte de esta fracción dominante:
Argentina: Las agresivas políticas del gobierno de Milei en donde se articulan: transferencia de recursos desde los sectores populares —por diferentes vías: inflación, endeudamiento, recortes en gastos públicos, etc.— hacia las fracciones más concentradas de la economía (no es verdad el “verso” de la motosierra como mecanismo de “recorte austero” del gasto público, por el contrario, hay un incremento exponencial del gasto público vía endeudamiento al servicio de la acumulación capitalista de capital parasitario con el financiamiento de la fuga de capitales.
La reciente proscripción de la ex-Presidenta Cristina Fernández de Kirchner es expresión de esta ofensiva de la gran burguesía en esta guerra civil.
EEUU: La guerra declarada contra los inmigrantes (en un país que se construyó sobre el colonialismo de asentamiento —inmigrantes que acometieron una limpieza étnica contra los habitantes originarios—) es otro de los indicadores de esta etapa de violencia desenfrenada. Sobre todo, la dualidad de perseguir, encarcelar y deportar a la fracción de inmigrantes más pobres (los provenientes de América Latina) como “indeseables” mientras se acoge a los racistas blancos sudafricanos mostrando así, la perpetuación de la maniqueísta mentalidad colonial —La “blanquitud” es occidental y buena; las “negritudes” como peligro y amenaza (el mismo patrón orientalista que vemos reproducirse en el apoyo occidental al genocidio palestino a manos de los sionistas)—.
Europa: Represión a las poblaciones propias, políticas racistas contra los inmigrantes, islamofobia, crecimiento del neofascismo, recortes en gastos públicos en bienestar social, compromiso y apoyo material y político a regímenes fascistas que están masacrando pueblos —Ucrania e Israel— y derivación de esos fondos hacia la industria armamentista y préstamos destinados a sostener los frentes de “guerra caliente” que son expresión del belicismo del orden hegemónico mundial —Ucrania e Israel— son indicadores de cómo se expresa esta “guerra civil” en el continente europeo.
Israel: La ofensiva que el estado sionista está llevando adelante contra Palestina desde hace casi un siglo es el emergente más visible de la guerra que occidente despliega contra, incluso, su propia población. La indefendible “ofensiva” israelí ejerciendo su “derecho a defenderse” perpetrando un genocidio es la expresión más cabal de lo putrefacto del pensamiento colonialista que convierte a las potencias occidentales en una banda de matones que, cuando no están ellos mismos perpetrando genocidios —los cinco siglos de colonialismo— en nombre del progreso y la civilización, están avalando los genocidios que perpetran sus socios en la opresión a escala internacional.
Un párrafo aparte debemos dedicar a este país que no solo tiene una industria armamentista que ocupa el 14° lugar en el mercado mundial de proveedores de armas, mientras ocupa el 4° lugar en el mercado de compradores de armas (si ordenamos a los países por tamaño Israel ocupa el número 109) teniendo un rol fundamental en la venta de armamentos a regímenes genocidas como la dictadura genocida argentina, las dictaduras genocidas en Nicaragua, El Salvador, Honduras, el régimen racista de Apartheid en Sudáfrica, etc. proveyendo además entrenamiento y asesoramiento en técnicas de contrainsurgencia; sino que al día de hoy asesora y entrena a fuerzas represivas (nuestro país ha firmado varios convenios y ha mandado a entrenar policías y gendarmes a Israel y ha recibido “especialistas” acá) y además ha desarrollado y exporta herramientas tecnológicas de espionaje (como el sistema Pegasus), Drones de seguimiento, etc.
Además del belicismo expansionista y la amenaza a la paz y la seguridad permanente en la región (el estado sionista es un perenne desestabilizador en la región), realizando ataques en los últimos 24 meses sobre: Palestina (Gaza y Cisjordania), El Líbano, Siria, Irán, Yemen… Luego, frente la respuesta a su locura belicista, invocan su “derecho a defenderse” mientras los medios occidentales aplauden como focas ocultando este intolerable guerrerismo colonialista e imperialista.
En síntesis: los indicadores de esta virtual “guerra mundial” son:
Desde el punto de vista ideológico (la batalla cultural) los medios de [in]comunicación occidentales, aplicando técnicas de manipulación, desinformación, construcción de posverdad, etc. difuminan su posición creando en parte de la población afectada el consenso para la expansión de sus políticas (por ejemplo: la insistencia acerca del “derecho a defenderse” de Israel frente a la “agresión” de Hamas del 7 de octubre de 2023 expandiendo la visión occidental mediante un relato que reproduce el orientalismo y la mirada colonialista; o la repetición de argumentos de las fuerzas represivas respecto a protocolos —que claramente son inconstitucionales— que supuestamente, garantizan la “libertad de circulación” pero que son utilizados para reprimir la protesta social) o sea aprovechando su posición dominante utilizan los medios que disponen para difundir sus ideas y que estas se vuelvan “Sentido Común”.
Desde el punto de vista simbólico la criminalización de quienes se oponen al orden hegemónico dominante la construcción de una demonización (a veces acompañada del acoso mediático-judicial: el Lawfare) construyendo diferentes identidades para los opositores al colonialismo, al imperialismo, al capitalismo; desde la construcciones de sentido como “terroristas” a quienes se oponen a la ocupación colonial o a las políticas imperialistas, la adjetivación de “dictadura” a los regímenes que se oponen a la dominación imperialista —acompañada muchas veces de agresiones directas como bloqueos que son ocultados en la información— (Cuba, Nicaragua, Venezuela, China, Corea del Norte, etc.); la “criminalización” de la protesta social (acusaciones contra los jubilados en protesta de ser “militantes”, “barras bravas, etc.; a los trabajadores de la salud precarizados se los acusa de “noquis”; etc.); para, finalmente mediante acciones articuladas basadas en Fake News y parte del poder judicial corrupto y partidizado, implementar acciones de Lawfare contra dirigentes políticos del campo popular para “ejemplificar” con sanciones y que nadie más se atreva a tomar medidas que afecten aunque sea mínimamente la distribución regresiva de ingresos (Milagro Sala, Amado Boudou, Julio Devido, Cristina Fernandez de Kirchner, etc.)
Desde el punto de vista material medidas concretas para efectivizar una transferencia de riqueza regresiva (desde los sectores populares a los sectores concentrados) acompañado de medidas que cambien las funciones de los estados (que dejen de sostener a los sectores más desprotegidos de la población —desinversión en salud, educación, seguridad social, etc.—y que se pongan al servicio de los sectores más concentrados de la economía —disminución de impuestos a la riqueza, toma de deuda externa para financiar la fuga de capitales, blanqueo de dinero evadido, etc.—) Políticas que en un sentido global se pueden definir, en términos de la Teoría de Genocidio de Siswo Pramono como Genocidio en Tercer Grado (porque no son matanzas inmediatas pero generan muertes plazo mediato).
Lo central de este proceso de acumulación es que parte de lo expropiado se reinvierte en las industrias armamentística, de seguridad e inteligencia, etc. y luego son aplicadas contra los propios pueblos explotados y oprimidos (parte del saqueo en nuestro país es reinvertido en armar y usar a las fuerzas represivas como fuerzas ocupantes con la hipótesis de conflicto del “enemigo interno” reprimiendo las protestas generadas por el deterioro en las condiciones de vida de la propia población, o en enviar “ayuda” —dos helicópteros— al gobierno fascista de Ucrania, dar apoyo político al genocidio del pueblo palestino con Milei viajando a Israel a abrazarse con el criminal Netanyahu, con el mismo Milei viajando a reuniones de la internacional fascista).
Al mismo tiempo, los organismos de crédito imperialista (FMI, Club de París) o fondos buitre privados como Black Rock, con el dinero que obtienen de los saqueos a nuestros pueblos mediante estafas perpetradas por delincuentes de “guante blanco” como Caputo o Sturzenegger —con la complicidad de los partidos del orden que convalidan estos fraudes cuando acceden al gobierno— financian las aventuras imperialistas y fascistas contra los pueblos —por ejemplo, las “revoluciones” de la “Primavera Árabe”, las acciones golpistas exitosas (contra Zelaya, Lugo, Evo Morales, Dilma, Pedro Castillo) o sin éxito (Cristina, Maduro, Ortega). El armamento de regímenes fascistas (Zelenski, Netanyahu); las guerras contra nuestros pueblos (Palestina, Yemen, Irán, Donbas, Siria, Libia, Irak, Afganistán) se financian con la opresión, la expolición, el dolor y la sangre de nuestros pueblos.
Así como en sus orígenes el capitalismo financiaba sus guerras, conquistas, etc. con riquezas extraídas de nuestros suelos usando el sometimiento de los habitantes originarios, la esclavización de los habitantes de África, etc. hoy se financia mediante el saqueo de nuestras riquezas con gerentes y capataces que gobiernan defendiendo sus intereses, cual virtuales virreyes, por encima de la seguridad, la felicidad y las vidas de nuestros pueblos, hoy más que ayer se impone la vieja consigna levantada por Rosa Luxemburgo: “Socialismo o Barbarie” es imperativo que la humanidad se alce para, de una vez por todas, mandar a la sociedad de clases al museo junto con el hacha de bronce y la rueca, simplemente se trata de la necesidad histórica de sobrevivir como especie, en esta guerra, una vez más debemos recordar la frase de Marx: “El Capitalismo destruye sus dos fuentes de riqueza: la Naturaleza y el Hombre”.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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