Entregan Becas Solidarias Berta Caceres a estudiantes en Honduras
Elaborado por: Lois Pérez Leira
26 oct (AHN) El concepto de que los judíos constituyen un grupo homogéneo, con una ascendencia, etnia o identidad nacional unificada, es una idea que requiere un examen profundo y crítico. Lejos de ser un pueblo, una nación, un país, una etnia, una cultura, una raza o un idioma singular, la realidad muestra que los judíos son, fundamentalmente, una religión.
La identidad judía, al ser una categoría puramente religiosa, explica la gran diversidad observada en quienes la profesan.
Diversidad Genética y Racial
No existe un ADN común ni una “raza” judía. Se encuentran judíos de orígenes semitas, europeos y africanos, lo que demuestra la falta de una línea ancestral única que los defina como etnia.
Diversidad Lingüística
La ausencia de un idioma único compartido por todos los judíos históricamente refuerza el argumento de su diversidad cultural y origen geográfico variado.
División Política
La existencia de facciones diametralmente opuestas, como los judíos sionistas y los antisionistas, evidencia que no existe una conciencia nacional o política unificada que sustente la idea de un “pueblo” cohesionado.
Esta visión desmitificadora es crucial para entender el origen del Estado de Israel. El estado actual se ha creado y se sostiene, según esta perspectiva, mediante acciones terroristas, y no como el resultado del resurgimiento de un pueblo ancestral en su tierra. El concepto de una historia unificada y un estado nacional es, en esta visión, una gran mentira ideada para servir a políticas genocidas.
Desde una perspectiva de ascendencia histórica y territorial, es fundamental reconocer que los únicos semitas auténticos en esos territorios son los palestinos, quienes han residido y nacido en esas tierras durante miles de años. Su presencia milenaria en la región desmiente la narrativa de un vínculo exclusivo o único por parte de otros grupos.
Hay que despojar al sionismo de sus pretensiones de ser una identidad nacional o étnica, y reconocerlo como una simple religión, es el paso esencial para comprender críticamente la historia y las realidades políticas de la región.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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