Detienen en el oriente de Honduras a ocho personas por tráfico de drogas
Elaborado por: Sigfrido Reyes
5 oct (AHN) Aún no se seca la tinta en las imprentas de los periódicos Nueva York, cuando ya se hace necesaria una valoración, todavía preliminar, de lo que ha pasado este martes 4 de noviembre en las elecciones locales para escoger al nuevo alcalde de la gran ciudad, la ciudad cosmopolita por excelencia, el gran centro financiero y bursátil a escala global
Un inmigrante, nacido en África, de padres de origen asiático, musulmán, anti-sionista y abiertamente socialista, acaba de ganar, con una votación que no se veía desde hace 60 años, la alcaldía de Nueva York. Su arrollador triunfo parecería no más que un hecho local, limitado a su ciudad, y tal vez al Estado de NY. Pero las olas de este éxito en las urnas van a tener grandes repercusiones en la política de todos los Estados Unidos.
La victoria de Mamdani es la primera gran derrota política de Trump. Sin que así se lo propusiera el joven socialista Mamdani, que por necesidad o por conveniencia se ha inscrito en el derechizado Partido Demócrata, Trump lo escogió como adversario, y terminó perdiendo el duelo.
Las características personales y políticas de Mamdani lo hacían un blanco favorito para la desenfrenada ofensiva de Trump contra todo lo que en ese país hoy en día significa progresismo, derechos humanos, trato respetuoso hacia los migrantes, inclusión social y libertades civiles.
Trump, en el paroxismo de su cruzada contra todo lo que se oponga, aunque sea simbólicamente, a su locura ultraconservadora llamada “Make América Great Again”, que abiertamente evidencia rasgos fascistas, apostó contra lo que parecía un rival fácilmente aplastable. Al hacerlo convirtió al joven aspirante Mamdani en el centro de la atención de Nueva York y de todo el país. Si algo le hacía falta al candidato demócrata era el antagonismo de Trump, para disparar su campaña. Obviamente sin pretenderlo, Trump convirtió a Mamdani en el icono del movimiento anti-MAGA, en el símbolo de la resistencia, con los jóvenes por delante, que empieza a tomarse las calles y las redes para enfrentar la oleada de políticas antipopulares del felón Trump, culpable judicialmente de una serie de delitos.
Hasta los demócratas del ala más conservadora de ese partido, representada por el ex Gobernador Cuomo, de la casta política tradicional, corrieron a pedir auxilio al inquilino de la Casa Blanca, para frenar a todo lugar a la estrella ascendente, llegada desde Uganda, en el corazón de África. El bipartidismo “American way” se activó con fuerza, los oligarcas, desde Michael Bloomberg hasta Elon Musk, asumieron la campaña conservadora como propia, y Trump advirtió que Nueva York no debía votar por un “comunista”, a riesgo de sufrir la furia de la Casa Blanca, que incorpora represalias financieras y redadas violentas del ICE.
Y es que Mamdani encarna todo lo que Trump y el espectro conservador odian: justicia social, igualdad de derechos, trato justo a los migrantes y a las minorías, apoyo a la causa palestina, más impuestos a los ricos y menos para los pobres. La campaña de Mamdani se enfocó en ideas simples pero convincentes: revitalizar la economía de la Ciudad, crear opciones de vivienda accesibles, revolucionar el transporte público, apoyar a las pequeñas y medianas empresas.
Los resultados de la elección del pasado martes, que incluye victorias demócratas en las gubernaturas en Nueva Jersey y Virginia, además de una consulta popular en California, hablan por su mismos. Si los movimientos progresistas y de izquierda en los EE.UU. logran capitalizar el éxito electoral y lo convierten en el punto político de inflexión hacia un cambio sustancial en la correlación de fuerzas a nivel federal, en las elecciones de medio término programadas para Noviembre de 2026, las cosas se empezarán a mover en una dirección altamente positiva .
Habrá que ver entonces, si la derrota de Trump en Nueva York, la sede de su emporio inmobiliario y financiero, puede ser el comienzo del fin de la radical ofensiva neofascista que experimenta hoy en día la sociedad estadounidense, con todas las terribles consecuencias que significa para los trabajadores, migrantes incluidos, y las clases medias de ese país.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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