Los presidentes Progresistas en la ONU: Un Llamamiento a la Reinvención Global

Elaborado por: Lois Pérez Leira

26 sep (AHN) Los discursos de los líderes progresistas en la reciente Asamblea General de las Naciones Unidas resonaron con una mezcla de frustración y un llamado urgente a la acción, marcando una clara línea divisoria frente a las narrativas dominantes del Norte Global.

Figuras como Gustavo Petro de Colombia, Gabriel Boric de Chile y Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil no se limitaron a enumerar problemas, sino que ofrecieron una profunda crítica al fracaso del multilateralismo actual y propusieron una agenda basada en la justicia social, la equidad internacional y la supervivencia planetaria.

 El tono general fue de una urgencia palpable, impulsada por la sensación de que las crisis interconectadas del siglo XXI (clima, desigualdad y polarización) exigen una reestructuración radical de las prioridades mundiales.

​El eje central de esta visión progresista fue la crisis climática, abordada no solo como un problema ambiental, sino como una consecuencia directa del “capitalismo fósil”. Petro, en particular, argumentó con vehemencia que los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) son inalcanzables si la lógica de la ganancia sigue primando sobre la vida.

El mensaje fue claro: la deuda climática recae sobre los países más industrializados, y la solución debe venir de una inyección masiva de financiamiento público para la descarbonización, dado que el mercado es inherentemente incapaz de resolver esta megacrisis por sí solo. Esta postura exige una democracia global más profunda que planifique la transición energética en lugar de dejarla en manos de las fuerzas capitalistas.

​Un segundo pilar fundamental fue la denuncia de la creciente desigualdad y pobreza global, vista como un síntoma del fracaso del sistema internacional. Los líderes progresistas insistieron en que la ONU pierde toda legitimidad si sus resoluciones no se traducen en beneficios concretos para las personas, señalando que la acción internacional debe centrarse en reducir la brecha entre ricos y pobres.

De la mano con esto, el presidente Boric enfatizó la defensa de la democracia y los derechos humanos. El llamado a la autocrítica fue notable, al preguntarse por qué la extrema derecha ha logrado crecer, y concluyeron que la respuesta radica en revalorizar la libertad y la democracia más allá de los indicadores económicos.

El compromiso con la equidad se extendió al cuestionamiento de la propia ONU por no haber tenido aún una mujer como secretaria general, destacando la necesidad de incorporar el liderazgo femenino en la construcción de la paz y la gobernanza global.

​En esencia, los discursos progresistas de la reciente Asamblea General fueron un manifiesto ideológico que busca elevar el sujeto político del Estado-nación a la humanidad unida. Estos líderes están desafiando directamente a las potencias a ir más allá de los intereses nacionales y actuar con la valentía y el enfoque humanista que exige el colapso ambiental y social inminente. El eco que dejaron en Nueva York es un desafío: el mundo debe elegir entre financiar la vida y la transición justa, o enfrentarse a la barbarie en nombre de la codicia.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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