Secretario hondureño de Infraestructura anuncia 42 nuevas obras viales rurales
Elaborado por: Lois Pérez Leira
18 jun (AHN) En las últimas semanas, la figura del presidente del Gobierno Español, Pedro Sánchez, se ha visto sacudida por diversos casos de corrupción que afectan tanto a su entorno como a las estructuras del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
A pesar de los intentos del presidente por distanciarse de estos episodios y presentar su liderazgo como un baluarte frente a la derecha, lo cierto es que esta situación erosiona la credibilidad de su proyecto y alimenta una creciente desafección entre los sectores progresistas.
El problema de fondo no es solo la corrupción en sí misma —una lacra que desgraciadamente ha afectado a todos los grandes partidos que han gobernado España en las últimas décadas—, sino la incapacidad del sistema político actual para ofrecer respuestas profundas y estructurales.
El modelo de Estado heredado de la Transición, con sus múltiples zonas de opacidad y su sistema judicial claramente alineado con los intereses conservadores, no ha sido tocado ni reformado por los sucesivos gobiernos. Tampoco por Pedro Sánchez, que ha demostrado un enfoque más pragmático que transformador.
¿Un regalo a la derecha?
El desgaste del PSOE, unido al desencanto de una parte de su electorado, abre la puerta a un escenario preocupante: unas posibles elecciones anticipadas que podrían facilitar el acceso al poder de una coalición entre el Partido Popular y Vox.
Este es un riesgo real, no solo para la continuidad de las políticas sociales impulsadas durante esta legislatura, sino para la propia calidad democrática del país, ante el avance de posiciones autoritarias, reaccionarias y profundamente centralistas.
Frente a este horizonte, la izquierda no puede limitarse a gestionar lo existente ni a vivir del miedo a la derecha. Hace falta una alternativa política que vaya más allá de la mera resistencia y que proponga un modelo de ruptura democrática.
España necesita un nuevo proyecto de izquierda que sea claramente republicano, que apueste por la democratización profunda del poder judicial, que acabe con los privilegios de las élites económicas y que plantee una regeneración ética y política real, no solo en los discursos sino en las prácticas.
Un nuevo modelo de Estado
La monarquía parlamentaria, el modelo territorial desequilibrado y un poder judicial que sigue dominado por viejas estructuras son pilares que limitan cualquier aspiración de transformación.
La corrupción no es solo una cuestión de personas concretas, es un síntoma de un sistema que se protege a sí mismo y que dificulta los controles democráticos efectivos.
Por eso, no basta con alternancia, hace falta una alternativa. Una izquierda que no tema abrir el debate sobre la forma de Estado, que apueste por una república plural y plurinacional, que construya nuevos mecanismos de participación y que se comprometa con la limpieza democrática como principio innegociable.
Una izquierda que no sea una versión gestionable del statu quo, sino que tenga la valentía de plantear una nueva etapa constituyente.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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