¿Quiénes ejercen realmente el terrorismo de Estado en el conflicto entre Irán e Israel?

Elaborado por: Leoncio Alvarado Herrera

Tegucigalpa, 18 jun (AHN) En las últimas décadas, el Estado de Israel, con el respaldo incondicional de Estados Unidos, ha sido protagonista de múltiples acciones que pueden catalogarse como terrorismo de Estado a escala mundial. Y es que, durante casi 30 años, ha acusado sistemáticamente a Irán de desarrollar armas nucleares y de expandir su arsenal de misiles balísticos arguyendo que representa una amenaza para el mundo. Sin embargo, es Israel quien sí tiene armamento nuclear y de paso se niega a aceptar inspecciones internacionales y cumplir tratados como sí lo hace Irán.

Actualmente, Israel lleva a cabo ataques masivos en Gaza, justificándolos con argumentos históricos y religiosos como la idea concreta de ser el “pueblo elegido por Dios y su tierra prometida” un concepto que ha sido instrumentalizado para legitimar la guerra y proteger intereses geopolíticos ajenos al espíritu original de esa creencia.

En el contexto del más reciente conflicto con Irán, Israel ha intentado justificar su operación militar, denominada “León Ascendente”, como una defensa preventiva ante el supuesto enriquecimiento de uranio iraní con fines de guerra. No obstante, Irán ni siquiera figura entre los países con mayores arsenales nucleares, mientras que potencias como Estados Unidos, Rusia y el propio Israel sí los poseen en gran escala. Esto pone en evidencia que los intereses detrás de la operación israelí son otros.

En los últimos días, Israel atacó instalaciones nucleares en Irán, causando la muerte de varios líderes iraníes, sobre todo miembros del ejército. En respuesta, Irán ha lanzado, hasta el día de hoy, alrededor de 300 misiles sobre ciudades israelíes, causando destrucción significativa.

La situación se ha agravado con varios intercambios de ataques. Sorprendido por la contundencia de la respuesta iraní, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, abandonó el país rumbo a Grecia, al tiempo que comenzó a denunciar, de forma cínica, que Irán ataca a civiles, mientras su propio gobierno ha sido responsable de la muerte de cerca de 60,000 civiles palestinos incluidos unos 20,000 niños.

Además, Israel ha comenzado a utilizar a su propia población como escudos humanos, contradiciendo sus constantes apelaciones a la moralidad y los derechos humanos. Esta actitud revela una profunda contradicción ética y política, pues mientras denuncia ataques a su población, perpetra crímenes de guerra en Gaza y en otros territorios ocupados por civiles.

La imagen de supremacía israelí también ha comenzado a desmoronarse. Su sistema defensivo, conocido como la “Cúpula de Hierro”, ha fallado en impedir ataques importantes, y la respuesta iraní ha demostrado que Israel no es invencible. Ante esto, el régimen mediático ha sido activado para encubrir los daños sufridos en territorio israelí y moldear la opinión pública internacional para hacer ver más fuerte a este régimen. Mientras en el fondo, mendiga más apoyo al principal ejecutor intelectual, EE.UU.  

Noam Chomsky dijo algo relacionado al comportamiento de los medios que encaja en este conflicto: “El propósito de los medios masivos no es tanto informar, sino moldear la opinión pública según las agendas del poder corporativo dominante”. Eso es precisamente lo que está ocurriendo: censura, manipulación y desinformación.

Muchos países han condenado y señalado que el régimen sionista, respaldado por EE.UU., ha sido el principal provocador del conflicto, ya que Irán ha mostrado disposición a negociar, siempre y cuando no sea a costa de ceder su soberanía ni de aceptar imposiciones unilaterales. La negativa estadounidense a un diálogo equitativo ha impulsado su preferencia por la confrontación, utilizando a Israel como instrumento de guerra.

Irán ha derribado dos mitos fundamentales en Medio Oriente: que Israel es invencible y que su escudo antimisiles es impenetrable. Este hecho ha abierto la posibilidad de imaginar un mundo donde incluso los estados considerados intocables pueden ser cuestionados. De esta manera reivindicar el respeto a la soberanía, las culturas, religiones e ideologías distintas es una necesidad frente al modelo de supremacía occidental encabezado por Estados Unidos.

El régimen israelí, de corte sionista y fascista, busca reforzar en el mundo una ideología basada en la dominación, el etnocentrismo y la fuerza. Con ello no hace más que exhibir un modelo político y cultural lleno de contradicciones, falsedades y trampas. Porque los imperios y estados como Israel o los países del G7 tienden a crear etiquetas peyorativas, como “terrorista”, “régimen”, o “amenaza” para deslegitimar a los países que no se someten a sus intereses, que protegen sus recursos naturales y que defienden su soberanía.

En el fondo son ellos quienes encarnan realmente esos calificativos, pues promueven la guerra, manipulan la información y explotan a las naciones en desarrollo o simplemente porque son diferentes.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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