La Caída del “Titán”: Uribe Condenado y el Simbolismo de un Narcoestado Desenmascarado.

Elaborado por: Lois Pérez Leira

Tegucigalpa, 3 ago (AHN) La condena del expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez por fraude procesal y soborno de testigos trasciende lo jurídico: es un parteaguas histórico que agrieta el muro de impunidad que protegió durante décadas a las élites criminales de Colombia. Uribe, presentado ante el mundo como paladín contra la insurgencia, fue en realidad el arquitecto político del paramilitarismo, un proyecto financiado por el narcotráfico y bañado en sangre inocente. Su condena, aunque insuficiente y privilegiada, es un rayo de justicia en las tinieblas de la Colombia narco.

Uribe no es un estadista: es la personificación del poder criminal disfrazado de democracia. Sus vínculos con el narcotráfico se remontan a los años 80, cuando como gobernador de Antioquia fue investigado por nexos con Pablo Escobar y el Cartel de Medellín. Su proyecto político se construyó sobre la alianza con paramilitares –auténticos ejércitos privados de narcos y terratenientes– que sembraron el terror con masacres, desplazamientos forzados y falsos positivos: jóvenes campesinos ejecutados por el Ejército y presentados como “guerrilleros abatidos” para inflar resultados. Su política de seguridad democrática fue en realidad una máquina de guerra contra los pobres, financiada con dinero del narcotráfico y avalada por Washington.

Fue el “gendarme” de Estados Unidos en América Latina: un operador fiel que entregó bases militares, impulsó el Plan Colombia y sirvió como ariete contra gobiernos progresistas como el de Venezuela, Bolivia o Ecuador. Su retórica belicista alimentó el odio y fragmentó una sociedad ya herida.

La condena actual es simbólica pero reveladora: 8 años de prisión por montar una maquinaria de sobornos para silenciar testigos que lo vinculaban con paramilitares. Cumplirá condena en su lujosa hacienda (un “palacio dorado), no en una cárcel común. Aún evade juicio por sus crímenes mayores: narcotráfico, falsos positivos y crímenes de lesa humanidad.

Es la ironía perversa del sistema. quien condenó a miles de colombianos humildes a mazmorras inhumanas, hoy goza de arresto domiciliario en medio de lujos. Pero aun así, su caída es histórica: el hombre intocable, el “señor de la guerra” que creyó impune, ha sido desnudado por la justicia que él mismo manipuló.

El presidente Gustavo Petro, víctima y antagonista histórico del uribismo, resumió el significado profundo de este fallo:

Uribe representa la podredumbre de una élite que convirtió al Estado en un instrumento del narcotráfico y el paramilitarismo. Su condena no es solo por sobornos; es por haber envenenado la política con sangre y cocaína. Es el fin de una era de impunidad. Colombia empieza a sacudirse el miedo.”
Gustavo Petro, 10 de agosto de 2024.

Esta sentencia es un triunfo frágil, pero indispensable. No devolverá las vidas arrebatadas ni desmantelará las estructuras narco-paramilitares que aún controlan territorios. Pero rompe un hechizo demuestra que ningún criminal, por poderoso que sea, está por encima de la ley. Es un mensaje para toda América Latina: la era de los señores de la droga trajeados de políticos toca a su fin.

La verdadera justicia llegará cuando Uribe y su cohorte respondan por los miles de asesinatos, las fosas comunes y el narcotráfico que financió su poder. Mientras las víctimas de los falsos positivos exhumaban a sus hijos, él tejía redes de impunidad desde su palacio. Hoy ese palacio es su jaula dorada. La condena de Uribe no es el final: es el primer capítulo de la deconstrucción de un narcoestado. Y en un país donde la justicia parecía mito, eso ya es revolución.

Nota clave sobre el vínculo narco:


Los nexos de Uribe con el narcotráfico están documentados en:

  1. El proceso 8000 (años 90) que investigó su posible financiación con dineros del Cartel de Medellín.
  2. Testimonios de paramilitares desmovilizadoscomo Salvatore Mancuso, que lo señalaron como aliado político.
  3. Archivos del Departamento de Estado de EE.UU que lo vinculan con capos narcos desde 1991 (según filtraciones de WikiLeaks).
  4. Su captura en 2023 por sobornar testigos que lo vinculaban con el clan Envigado (herederos del cartel de Medellín).

La condena actual abre la puerta para investigar estos delitos mayores. La impunidad tiene grietas.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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