Elaborado por: Leoncio Alvarado
Tegucigalpa, 8 ago (AHN) Honduras, un país en proceso de transformación, proyecta un crecimiento económico que pasará de 3.2 por ciento a 3.8 por ciento para el año 2026. Esta expectativa, más allá de ser un simple indicador macroeconómico, representa la esperanza de menos pobreza, más empleo y una mayor inversión en sectores estratégicos.
Uno de los pilares de este crecimiento es, sin duda, el fortalecimiento del sector cafetalero, que en la cosecha 2024-2025 superó los 2,000 millones de dólares en exportaciones, alcanzando un hito histórico para el país.
El café no solo es una bebida, es parte de nuestra identidad nacional. Su cultivo en Honduras data de los años posteriores a la independencia. Aunque la planta llegó al país a inicios del siglo XVIII, fue hacia 1835 que comenzó a cultivarse de forma más sistemática, gracias al descubrimiento de la fertilidad de nuestras tierras. Desde entonces, el país ha logrado posicionarse como uno de los principales productores mundiales de café.
La consolidación del sector ha sido fruto de décadas de políticas públicas y organización institucional. En 1845, bajo el gobierno de Coronado Chávez, se comenzaron a emitir decretos de apoyo al rubro. Posteriormente, durante la administración de Marco Aurelio Soto, se otorgaron tierras a productores como medida para fortalecer aún más la actividad. En 1970, se creó el Instituto Hondureño del Café (IHCAFE), institución clave en el desarrollo técnico, comercial y organizativo del sector.
Actualmente, el café representa el 30 % del PIB agrícola y alrededor del 5 % del PIB nacional. Sin embargo, su valor no se limita al plano económico. El café ha contribuido a moldear nuestra cultura, convirtiéndose en parte de la dieta cotidiana y en un elemento central en la vida social de los hondureños. Compartir una taza de café sigue siendo un gesto de hospitalidad, de diálogo, de comunidad y el fortalecimiento de las relaciones interpersonales.
La institucionalidad del café ha evolucionado. Hoy, la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) juega un papel importante en la regulación y el apoyo al sector. La presidenta Xiomara Castro ha dado un impulso significativo al fortalecimiento de la caficultura, particularmente en beneficio de los pequeños y medianos productores, históricamente desfavorecidos frente a grandes empresas que acaparan el mercado.
Entre los proyectos más destacados está la inversión de 250 millones de lempiras en bonos dirigidos a más de 102 mil productores para mejorar sus parcelas. A esto se suma la iniciativa de producir 120 millones de plantas en 15 departamentos del país, con el fin de renovar aproximadamente 36 mil manzanas de finca y modernizar el sector hacia una caficultura más productiva y sostenible.
Gracias a estos y otros esfuerzos, Honduras ha logrado consolidarse como una potencia cafetalera en Latinoamérica, capaz de competir incluso con países como México y Brasil. No obstante, los desafíos persisten en el plano nacional. El sistema comercial actual aún favorece a intermediarios y monopolios que reducen las ganancias del productor directo. Por ello, se vuelve urgente avanzar hacia un modelo económico más justo y equitativo.
En ese sentido, la propuesta de la candidata presidencial Rixi Moncada, enfocada en la democratización de la economía y la creación de un sistema financiero inclusivo, apunta a corregir las distorsiones del modelo actual. Su propuesta plantea reformar leyes que benefician a unos pocos y fortalecer a los verdaderos protagonistas del desarrollo: los productores y trabajadores del campo.
El caso del café debería servir de ejemplo para otros productos con igual potencial: cacao, banano, granos básicos, frutas y verduras. Honduras cuenta con tierras fértiles y una población trabajadora dispuesta a sacar adelante al país. Sin embargo, aún enfrentamos un modelo económico que prioriza la importación de bienes que podríamos producir localmente y de gran calidad, perpetuando la dependencia y frenando el crecimiento de nuestra economía interna.
La transformación que Honduras necesita pasa por una revolución productiva: una que fortalezca lo nacional, democratice los recursos y apueste por una economía verdaderamente justa, competente e independiente. El café ya nos está mostrando el camino.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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