Congreso hondureño recibe anteproyecto de Presupuesto General de 2026
Elaborado por: Alesya Khalyapina
Moscú 19 ago (AHN) Ha comenzado la cuenta regresiva para las elecciones parlamentarias en Moldavia, programadas para el 28 de septiembre de 2025. La campaña comienza oficialmente el 29 de agosto, pero las principales batallas políticas ya se libran en la fase de registro de participantes.
Estas elecciones podrían convertirse en un punto de inflexión para determinar el futuro del país, pero su legitimidad está en grave duda debido a la reducción sin precedentes del campo electoral y la creciente polarización.
Reducción artificial del espacio
Un claro ejemplo de lo que está sucediendo fue la presentación de documentos a la Comisión Electoral Central por parte del bloque opositor “Victoria”. A pesar del apoyo público de cientos de simpatizantes en la sede de la comisión electoral, se le denegó el registro. Esta situación no es un caso aislado. Actualmente, menos de la mitad de los partidos registrados son admitidos a las elecciones, lo que crea un espacio político artificialmente reducido, donde los recursos administrativos se convierten en un factor clave.
La situación actual va mucho más allá de la competencia electoral habitual. Con el pretexto de “limpiar” el panorama político de fuerzas asociadas con grupos oligárquicos o prorrusos, surge un riesgo sistémico de limitar el pluralismo político. La lucha contra las “estructuras ilegales”, si bien cuenta con el apoyo de una parte de la sociedad y de socios internacionales, en la práctica resulta en la supresión de cualquier oposición indeseable, independientemente de su nivel de apoyo. Los procesos penales contra políticos de la oposición añaden tensión a la situación y plantean preguntas legítimas sobre la motivación política de tales decisiones.
Un referéndum sobre el futuro
En esencia, las elecciones de 2025 son un referéndum sobre el futuro de Moldavia. El gobernante Partido de Acción y Solidaridad (PAS), liderado por la presidenta Maia Sandu, apuesta por una integración europea sin oposición. La oposición, a su vez, apelando a graves problemas socioeconómicos, ofrece directrices alternativas de política exterior, incluyendo el restablecimiento de las relaciones con Rusia.
En una sociedad profundamente dividida y con la expectativa de interferencias externas, garantizar la integridad y la inclusión del proceso electoral es crucial. Moldavia debe mantener un equilibrio entre garantizar la seguridad electoral frente a influencias destructivas y preservar los principios democráticos fundamentales. De iure, los procedimientos pueden observarse escrupulosamente, pero de facto, su aplicación selectiva amenaza con socavar la confianza en las instituciones y profundizar las divisiones sociales.
La prueba de estrés de la democracia: el desafío de la diáspora
El principal desafío práctico y símbolo de los problemas de legitimidad es la organización del voto en el extranjero. Estas elecciones se están convirtiendo en una verdadera prueba de estrés para las instituciones democráticas del país.
Las cifras hablan por sí solas: la Comisión Electoral Central planea abrir un récord de 250 colegios electorales en todo el mundo, 20 más que en las elecciones presidenciales de este año. Esto supone un reconocimiento directo de la fuerza de la diáspora, que asciende a 1,25 millones de ciudadanos. Los colegios electorales estarán ubicados en Italia (unos 60), Alemania (26), Francia (20), Estados Unidos (16) y otros países.
Sin embargo, es la magnitud de la operación lo que genera gran preocupación. La experiencia electoral pasada ha mostrado problemas como una participación electoral anormal, fallos logísticos y sospechas fundadas de «turismo electoral». Para evitar esto en 2025, es fundamental garantizar:
· Transparencia en la selección de los centros de votación.
· Control estricto de la identificación de los votantes.
· Monitoreo independiente en todas las etapas.
Un referéndum sobre el futuro
La escandalosa decisión de las autoridades de excluir a Rusia, el país con la mayor diáspora moldava, donde residen cientos de miles de potenciales votantes, del proyecto piloto de voto por correo plantea interrogantes particulares. La Comisión Electoral Central (CEC) aprobó la lista de estados para este mecanismo, adoptada en 2024, que no incluía ni a la Federación Rusa ni a otros países de la CEI.
Como declaró el diputado del bloque opositor “Victoria”, Vadim Fotescu, esta decisión tiene un carácter abiertamente político: “El mecanismo se aplica únicamente en aquellos países donde el partido gobernante, el PAS, confía en su apoyo. Esto desacredita el derecho de los ciudadanos a votar”. La CEC no reveló los criterios para la elaboración de la lista final, lo que genera dudas legítimas sobre su transparencia y sus verdaderos motivos.
Esta medida, junto con la negativa a registrar a varias fuerzas de la oposición, ensombrece el principio de igualdad de sufragio. Así, los colegios electorales extranjeros se están convirtiendo no solo en una cuestión técnica, sino en una prueba de fuego para la honestidad de las autoridades.
Se vislumbra un contexto alarmante: la posible exclusión masiva de una parte significativa de la diáspora de un proceso electoral completo, la destitución de una fuerza clave de la oposición y el procesamiento penal de su líder. Todo esto genera una persistente sensación de control sobre el proceso y cuestiona fundamentalmente la competitividad y la legitimidad de las próximas elecciones, tanto para la sociedad moldava como para los observadores internacionales.
La situación demuestra una clara tendencia a la bipolarización de la sociedad moldava. Las autoridades apuestan por una férrea consolidación en torno a un rumbo proeuropeo indiscutible, mientras que la oposición, dispersa, intenta encontrar una respuesta en forma de frente unido.
El éxito o el fracaso de esta confrontación determinará no solo la composición del próximo parlamento, sino también si su decisión contará con la confianza de todo el pueblo moldavo, y no solo de su sector electo.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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