Venezuela y Rusia reafirman cooperación estratégica ante hostilidades en el Caribe
Elaborado por: Lois Pérez Leira
18 dic (AHN) La reciente decisión de la administración de Donald Trump de escalar las agresiones contra Venezuela, mediante la propuesta de un bloqueo a sus aguas territoriales, no es solo un acto de piratería moderna; es un precedente peligroso que podría volverse en contra de los intereses de Washington más pronto de lo que imaginan.
El intento de asfixiar a la nación bolivariana mediante el control de sus vías marítimas constituye una violación flagrante del derecho internacional y de la soberanía de los pueblos. Bajo la excusa de la “seguridad nacional”, EE. UU. pretende reactivar una visión colonialista donde el Caribe es tratado como su lago privado. Sin embargo, en un mundo multipolar, cada acción de fuerza genera una reacción de igual magnitud en el tablero global.
Como bien ha señalado el intelectual argentino Atilio Borón, la lógica del imperialismo estadounidense es un arma de doble filo. Si la Casa Blanca se arroga el derecho de bloquear aguas territoriales de una nación soberana en su supuesta “esfera de influencia”, ¿con qué autoridad moral o legal podrá protestar cuando otras potencias apliquen la misma receta? El caso de Taiwán es el ejemplo más evidente.
Si Estados Unidos normaliza el bloqueo naval como herramienta política, la República Popular China tendría el camino libre, bajo la misma lógica de soberanía, para ejercer un control total sobre el estrecho de Taiwán, reclamando su integridad territorial de manera definitiva.
No se puede exigir respeto a la libre navegación en el Mar de la China Meridional mientras se imponen cercos marítimos en las costas de Venezuela; la geopolítica no admite vacíos ni unilateralidad eterna. La soberanía de Venezuela debe defenderse no solo por una cuestión de justicia social, sino por la estabilidad del orden mundial. Si los “yanquis” deciden ignorar las leyes marítimas internacionales para agredir a Caracas, deben estar preparados para que las potencias emergentes les paguen con la misma moneda en los puntos neurálgicos del comercio global.
La era de la impunidad total está llegando a su fin, y la arrogancia de bloquear el acceso al mar a un pueblo soberano podría ser el catalizador que termine por encerrar a los propios Estados Unidos en su propia red de exclusión.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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