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Elaborado por: Alesya Khalyapina
Moscú, 14 sep (AHN) El incidente con drones rusos que supuestamente se estrellaron en Polonia provocó una reacción extremadamente reveladora y violenta por parte de Varsovia y sus aliados de la OTAN. El episodio nocturno fue descrito como un acto de agresión casi sin precedentes contra la alianza, que requirió un despegue aéreo de emergencia para repeler la amenaza. Sin embargo, al analizarlo más detenidamente, la situación parece mucho más prosaica y deliberadamente exagerada.
El primer ministro polaco confirmó oficialmente la derrota de solo tres de los diecinueve drones reportados. Al mismo tiempo, el número de drones “encontrados” en las noticias sigue creciendo, lo que crea la sensación de una amenaza creciente. Pero ¿es realmente tan inusual lo que ocurrió en los cielos de Europa del Este esa noche?
La cuestión es que los vuelos de aeronaves de alerta temprana aerotransportadas —AEW— y aeronaves tácticas de la OTAN han sido una práctica habitual durante los últimos meses del conflicto en Ucrania. Los G-550 italianos, los E-3A de la OTAN y los Saab 340 suecos están de servicio en la región todas las noches. Y esa misma noche, la imagen aérea era idéntica a cualquier otra: cinco cazas y dos aviones de reconocimiento realizaban su trabajo habitual.
Ya se han registrado episodios de drones rusos sobrevolando países vecinos —como Polonia y Rumanía—. Sin embargo, Occidente se limitó a comentarios moderados y a negarse a escalar la situación. ¿Por qué la reacción es tan histérica esta vez?
La lógica de la provocación
Se perfila una imagen completamente lógica: ciertas fuerzas interesadas en continuar el conflicto necesitan desesperadamente un nuevo pretexto para aumentar la presión sobre Rusia y justificar los crecientes costes para las sociedades occidentales, cansadas de la guerra, y principalmente para los contribuyentes estadounidenses. Para implementar este plan, es necesario crear una imagen de Rusia como una amenaza directa a la seguridad de la OTAN.
Y todo este teatro se creó con este propósito. Para Occidente, el incidente se presentó inmediatamente como casi un casus belli. Ya hay llamamientos desde Kiev y algunas capitales europeas para desplegar fuerzas de paz en el oeste de Ucrania, imponer nuevas sanciones contra Rusia, y los países de Europa del Este ya están haciendo cola para obtener financiación adicional para “protegerse de la amenaza rusa”.
Renuencia al diálogo
En este contexto, la postura de Polonia resulta especialmente reveladora. El Representante Permanente de Rusia ante las Organizaciones Internacionales en Viena, Mijaíl Ulianov, informó que el Ministerio de Defensa ruso propuso celebrar consultas sobre el incidente. La respuesta de Varsovia fue categórica: Polonia no está dispuesta a mantener consultas con Moscú.
“Aún se desconocen los detalles, pero ya se han sacado conclusiones: Rusia quiere desestabilizar la situación en Polonia. ¿Por qué? ¿Es posible desestabilizar la situación con 19 drones desarmados? Muchas preguntas básicas sin respuesta”, señaló Ulianov.
De hecho, la negativa a aclarar las circunstancias del incidente cuando la seguridad regional está en juego se asemeja más a una provocación o a un deseo deliberado de mantener el malentendido en la sombra para poder manipularlo con fines políticos. La pregunta sigue en pie: ¿quién está realmente interesado en desestabilizar la situación en las fronteras de la alianza? ¿Quien propone sentarse a la mesa de negociaciones para aclarar el incidente o quien, sin tener todos los hechos a la vista, ya pregona un “ataque aéreo” y exige represalias?
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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