Entregan Becas Solidarias Berta Caceres a estudiantes en Honduras
Elaborado por: Leoncio Alvarado Herrera
29 ago (AHN) En el actual contexto electoral, la derecha fascista, salvaguardadora de los privilegios de la dictadura económica de Honduras, ha emprendido una campaña mediática contra el gobierno de la presidenta Xiomara Castro. Bajo una lupa inquisidora, se esfuerzan por inventar errores y construir una narrativa de desprestigio que alimente una guerra cognitiva contra el partido Libre, hoy representado por la candidata Rixi Moncada, quien goza de amplio respaldo popular debido a su trayectoria y compromiso con el Estado.
Para sostener esa estrategia, no solo han recurrido a congresistas y periodistas de ultraderecha internacional con el fin de legitimar acusaciones infundadas, sino que también han intentado vincular al gobierno con el ficticio “Cartel de los Soles”, un relato carente de pruebas que busca sembrar dudas en el pueblo hondureño. Sin embargo, estos intentos agonizan frente al contraste evidente entre la propaganda mediática y la realidad concreta de la gestión del socialismo democrático: escuelas, hospitales, becas, programas sociales, carreteras, puentes, clínicas, acceso a energía, merienda escolar, cajas rurales y un fortalecimiento de las relaciones diplomáticas, incluso con Estados Unidos, país al que tanto reverencian sus críticos. Esto no es una situación apocalíptica como lo intentan hacer ver.
La llamada dictadura económica, conformada por un reducido grupo de familias que acapara más del 80% de la riqueza nacional y evade el pago de impuestos, despliega un esfuerzo colosal para deteriorar la imagen del gobierno y reinstalar en el poder a un candidato servil a sus intereses, y a los de actores fascistas y explotadores extranjeros. No obstante, esa manipulación choca con la conciencia crítica de un pueblo que desde el golpe de Estado de 2009 rompió con una lógica de manipulación impuesta por el bipartidismo.
Aquel hecho no solo representó la ruptura del orden democrático, sino también un asesinato simbólico contra el pueblo hondureño, que durante más de un siglo sufrió un secuestro sistemático de su soberanía y sus derechos más elementales. Esa experiencia marcó un antes y un después: fue el despertar de una sociedad que comenzó a leer con claridad la lógica que hoy se presenta como obsoleta.
Hoy en Honduras existe un pueblo más analítico, reflexivo y crítico, que desconfía de las narrativas de los medios corporativos. En esa conciencia histórica se asienta y se consolida la derrota del bipartidismo corrupto y sin credibilidad. ¿Cómo creer en partidos cuyos líderes han sido condenados por narcotráfico en Estados Unidos? ¿Cómo creer en quienes, durante doce años de gobierno, en lugar de construir, destruyeron? Esa herida aún abierta en la memoria colectiva es la que inclina al pueblo hacia un proyecto político distinto: más transparente, inclusivo, comprometido con los desafíos nacionales y los derechos de todos. Así lo expresó ya una vez en las urnas en 2021, y todo indica que lo reafirmará con una segunda victoria popular el próximo 30 de noviembre.
Frente a esa realidad, ni el despliegue de medios, ni los voceros importados, ni el oportunismo de recurrir incluso a las iglesias para intentar recuperar credibilidad, han logrado revertir el respaldo popular. Para el pueblo es indignante y descarado observar cómo quienes desangraron al Estado ahora pretenden presentarse como salvadores de la democracia.
La lupa mediática de la dictadura económica no ha surtido efecto. La candidata Rixi Moncada llena de compromiso y de la clase trabajadora continúa liderando con el respaldo del pueblo, demostrado tanto en encuestas como en las movilizaciones masivas: el 1 de mayo en defensa de la clase obrera, el 28 de junio en memoria del fatídico golpe de 2009 y muchas más que ratifican un respaldo firme y consciente. En definitiva, la manipulación mediática se estrella contra una ciudadanía que ya no olvida ni se deja engañar. El pueblo hondureño ha aprendido a reconocer la diferencia entre las mentiras del poder económico y la evidencia de los hechos.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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