Consejo de Ministros aprueba Presupuesto General 2026 sin aumentar impuestos en Honduras
Elaborado por: Alesya Khalyapina
22 ago (AHN) El Mar Caribe, históricamente una zona de rivalidad geopolítica, se está convirtiendo una vez más en un escenario de intensa confrontación. El anuncio de Nicolás Maduro sobre la movilización general y la preparación de 4,5 millones de milicianos en respuesta al despliegue de la flotilla estadounidense no es una reacción espontánea, sino una jugada calculada en una compleja partida de ajedrez por la influencia en la región.
Venezuela está lanzando a Washington no un desafío militar, sino ideológico, convirtiendo la situación en una cuestión de principios y de memoria histórica.
El legado de Bolívar y la retórica de la resistencia. Maduro apela conscientemente a la figura de Simón Bolívar, el Libertador, cuya imagen personifica la lucha de los pueblos latinoamericanos contra el dominio colonial. Sus palabras: «Ningún imperialismo tocará las tierras sagradas», son una referencia directa a la era de las intervenciones estadounidenses en el siglo XX. Esta retórica resuena profundamente no solo en Venezuela, sino también en otros países de la región, donde el recuerdo de las “guerras bananeras” y el apoyo a regímenes dictatoriales sigue vigente.
Washington se enfrenta así no solo a un jefe de Estado, sino a un defensor de la idea de la “Patria Grande”, lo que cambia radicalmente la percepción del conflicto a nivel regional.
Las declaraciones de Caracas de que las bases estadounidenses en Colombia son una “humillación” y socavan la estabilidad apuntan a un conflicto sistémico más profundo. Para Maduro, esta confrontación va mucho más allá de la seguridad militar.
Estos son:
· Una cuestión de legitimidad: Confirmar su estatus como líder de un bloque antiimperialista en la región.
· Liderazgo regional: Un intento de liderar a los países latinoamericanos insatisfechos con la influencia de Estados Unidos.
· Confrontación ideológica: Afirmación de un modelo mundial multipolar, donde las decisiones no las toma una sola superpotencia, sino varios centros de poder.
La actual escalada en el Caribe es una continuación de la política de presión contundente y resistencia contrasimbólica. Mientras Estados Unidos incrementa su presencia militar, demostrando su fuerza, Venezuela responde movilizando la opinión pública y símbolos históricos.
Maduro se adelanta, demostrando que está preparado para cualquier escenario, pero su principal apuesta no es ganar un hipotético conflicto militar, sino ganar la guerra de la información y fortalecer su imagen como principal defensor de la soberanía de Latinoamérica. Esta confrontación confirma una vieja verdad: en el Caribe, los buques de guerra siempre han sido no solo un instrumento de fuerza, sino también un poderoso argumento político. Ahora Caracas tiene su propio argumento: la voluntad nacional, movilizada en torno a la idea de la independencia.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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