Abogada Rixi Moncada reafirma compromiso integral con comunidad miskita en Honduras
Elaborado por: Rafael Méndez
Santo Domingo, 13 jul (AHN) La paz se construye entre todos o no habrá paz. Las advertencias de Fidel Castro y la propuesta de Nicolás Maduro son dos caras de una misma moneda: el recordatorio de que la humanidad no puede seguir apostando a la violencia como solución, porque el precio puede ser la propia supervivencia de nuestra especie.
La humanidad camina al borde del abismo, precedida de la reciente escalada bélica entre Israel e Irán, agravada por los ataques directos de Estados Unidos a instalaciones nucleares iraníes bajo la operación «Martillo de Medianoche», confirmó que el Medio Oriente sigue siendo un polvorín cuyo estallido tendría consecuencias globales. Desde Caracas, el presidente Nicolás Maduro puso el dedo en la llaga al convocar, con carácter urgente, una cumbre mundial por la paz, advirtiendo sobre la posibilidad de una guerra nuclear si no se detiene la espiral de violencia.
La advertencia no es nueva, pero hoy retumba con mayor fuerza. Hace más de una década, Fidel Castro alertó sobre el peligro inminente de un conflicto de proporciones devastadoras en el Medio Oriente, capaz de arrastrar a potencias y aliados en un choque de consecuencias irreversibles. Esa visión, entonces considerada apocalíptica, parece hoy más cercana a la realidad que nunca, mientras el riesgo de una tercera guerra mundial se asoma peligrosamente a la vuelta de la esquina.
Un llamado urgente sin respuesta concreta
El llamado del presidente Maduro busca movilizar a actores clave para frenar la escalada. En una carta leída por la vicepresidenta Delcy Rodríguez ante el cuerpo diplomático acreditado en Caracas, Venezuela propuso organizar a la mayor brevedad una cumbre global por la paz, en un país de la región, para asegurar la participación directa de los actores más involucrados. Según el planteamiento venezolano, la iniciativa debería estar liderada por la Liga Árabe, la Organización de Cooperación Islámica, los BRICS y otras organizaciones del sur global.
Sin embargo, hasta ahora ni la fecha ni la sede del encuentro han sido definidas y las organizaciones internacionales a las que fue dirigida la propuesta no han emitido respuestas formales ni compromisos para asumir su organización, hasta donde se sabe. La convocatoria permanece como una iniciativa en circulación diplomática, con cartas enviadas también a líderes como Xi Jinping, Vladimir Putin y el propio presidente estadounidense. La falta de una reacción rápida pone de relieve la necesidad de que la comunidad internacional actúe sin dilaciones para impedir que el conflicto siga degenerando.
El fantasma que Fidel Castro vio venir
Las palabras de Maduro evocan inevitablemente las advertencias de Fidel Castro. En sus «Reflexiones» publicadas hacia 2010, el líder cubano alertó que un ataque de Estados Unidos e Israel contra Irán provocaría inevitablemente un conflicto nuclear global, donde la humanidad entera sería la gran víctima. Su denuncia de la locura que significaría liberar las fuerzas destructivas acumuladas en arsenales nucleares sigue siendo un recordatorio lúgubre de lo que está en juego.
Hoy, cuando la retórica beligerante se combina con acciones militares recientes y las potencias nucleares muestran su músculo, las advertencias de Castro cobran una vigencia estremecedora. Su llamado a proclamar la desaparición de todas las armas de guerra no fue un mero ejercicio retórico, sino una advertencia fundada en la realidad: el equilibrio global es frágil y la paz no es un estado garantizado, sino una construcción que exige decisiones responsables.
Medio Oriente: epicentro de la inestabilidad global.
Aunque los combates directos entre Israel e Irán cesaron tras la llamada guerra de los 12 días, la región sigue siendo el epicentro de las mayores tensiones geopolíticas del planeta. El saldo de muertos y la destrucción provocada durante las hostilidades dejaron heridas abiertas y una desconfianza mutua que, lejos de resolverse, mantiene al borde del abismo a toda la comunidad internacional. Las negociaciones de alto el fuego lograron detener la escalada inmediata, pero no han eliminado las causas profundas del conflicto ni las amenazas latentes que podrían reavivarlo en cualquier momento.
Este escenario subraya lo que muchos analistas han advertido durante décadas: el Medio Oriente no sólo concentra conflictos locales, sino que representa un peligro global. Su inestabilidad repercute en la economía, la seguridad y las relaciones internacionales, afectando a todos los continentes. Las advertencias de Fidel Castro y el llamado de Venezuela adquieren aquí su pleno sentido: el mundo no puede permitirse la complacencia, porque la paz en la región sigue siendo frágil y la amenaza de un conflicto mayor no ha desaparecido.
Un eco que debe ser escuchado
En este escenario convulso, la voz de Venezuela resuena como un llamado a la cordura. El planteamiento de Maduro de una cumbre liderada por el sur global busca devolver a las naciones más afectadas por la inestabilidad la posibilidad de incidir en el destino colectivo, frente a la arrogancia y el intervencionismo de las potencias tradicionales. La paz, como bien recordó en su programa semanal, se construye entre todos o no habrá paz.
La comunidad internacional, especialmente las organizaciones regionales y multilaterales, debe responder pronto a la propuesta venezolana, con la responsabilidad y la premura que exige la situación. Las advertencias de Fidel Castro y las propuestas de Nicolás Maduro son, por tanto, dos caras de una misma moneda: el recordatorio de que la humanidad no puede seguir apostando a la violencia como solución, porque el precio puede ser la propia supervivencia de nuestra especie.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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