NO LLORES POR MI ARGENTINA I

Elaborado por: Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nobel de la Paz, 1980)

Argentina, 16 abr (AHN) Pero si quieres llorar, llora, como decía Moria. Pero sin dejar de resistir.

Argentina está en peligro de desintegración, de desguace por un gobierno al servicio de grupos empresariales y buitres —internos y externos— que saquean el país con total impunidad. El costo social es devastador: inflación galopante, hambre, pobreza extrema, cierre de pymes y fábricas, retroceso en el desarrollo, desfinanciación de la ciencia, la educación y la salud. Todo esto evidencia el riesgo de colapso que enfrentamos.

La política de este gobierno es destruir el Estado y las organizaciones sociales. Ataca a la agricultura familiar y a los pueblos originarios, mientras los despidos masivos aumentan y miles terminan en la calle, revolviendo basura para comer. Escenas que desgarran el alma. Los niños son víctimas de  un Estado ausente y perverso busca bajar la edad de punibilidad para criminalizarlos, en lugar de reconocer que son fruto de una sociedad injusta.

No llores por mí, Argentina. Pero si quieres llorar, llora. Desahoga la angustia de ver a la Patria pisoteada por quienes quieren destruir la República. diputados y diputadas votan DNUs sin saber qué aprueban, ignorando las cláusulas que el FMI impone al país, no tienen responsabilidad. Traicionan al pueblo.

El gobierno reprime a jubilados que reclaman sus derechos. Cuando la jueza Karina Andrade actúa con valentía —aplicando la Constitución y liberando a detenidos por apoyar a los jubilados—, la atacan. Intimidan a jueces independientes, degradando el Poder Judicial, hoy rehén del poder político. Basta ver la Corte Suprema, con miembros que entraron por la ventana, ocultos en la oscuridad.

El 24 de marzo, en la marcha por los 49 años del golpe, el país respondió no olvidamos: “Memoria, Verdad y Justicia”. Fue un grito unánime. Unidad en la diversidad. Presente, ahora y siempre. Miles de jóvenes alzaron banderas de Derechos Humanos y Democracia, rechazando el negacionismo que este gobierno intenta imponer —su apoyo a la dictadura (1976-1983) y a los crímenes de lesa humanidad.

La historia la escriben las víctimas y el pueblo, no un gobierno dictatorial como el de Milei y Villarruel, que abusa del poder y degrada la política. Si un gobierno no sirve al pueblo, está contra el pueblo.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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