Elaborado por: Sigfrido Reyes.
1 may (AHN) Este 1º de mayo el mundo celebra un día excepcional, el día dedicado a las luchas y derechos de las trabajadoras y trabajadores.
A lo largo y ancho del planeta trabajadores de todas las profesiones y sectores, sindicalizados o no, desfilan con orgullo, con la frente muy en alto, para rendir homenaje a tantos hombres y mujeres que han sido reprimidos, despedidos, encarcelados, exiliados y asesinados, todo por exigir respeto a la dignidad y derechos de los trabajadores.
Fue un 1º de mayo de 1885, cuando en la ciudad de Chicago, decenas de obreros fueron asesinados por exigir una jornada laboral de 8 horas, y el respeto a su condición de seres humanos. Tras ello, siguieron los sacrificios de tantas generaciones de mujeres y hombres líderes, que encabezaron las luchas reivindicativas por todo el mundo.
Aquellos eran tiempos difíciles, cuando hablar de los derechos de los trabajadores se consideraba subversivo, desestabilizador, un atentado contra el orden establecido.
De esos días oscuros venimos como humanidad, de ese pasado de ignominia, donde reclamar un salario justo, una jornada laboral adecuada, condiciones humanas y dignas para el trabajo, era un atrevimiento imperdonable.
Debemos estar consientes que, a pesar de que estamos ya en la tercera década del S. XXI, en muchos países los derechos laborales son pisoteados e ignorados, y la represión contra los trabajadores está a la orden del día. El resurgimiento del neofascismo en América Latina, en los Estados Unidos y otras latitudes, ha abierto las puertas a despidos por centenares de miles de empleados y obreros, a la destrucción de sindicatos y a la precarización del trabajo, en un contexto donde los derechos sociales son arrasados por los regímenes ultra-neoliberales.
Por ello, el significado del 1º de mayo no se reduce a recordar las gestas heroicas de los valientes movimientos laborales del pasado. Los desafíos están allí: defender los derechos conquistados, profundizar los procesos políticos de transformación, consolidar los Estados de bienestar y frenar la embestida neoliberal y ahora también neofascista, que toma fuerza con la reciente llegada de la ultraderecha radical al poder en Washington.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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