Abogada Rixi Moncada reafirma compromiso integral con comunidad miskita en Honduras
Elaborado por: Xulio Ríos (asesor emérito del Observatorio de la Política China).
19 jul (AHN) El agravamiento de crisis internacionales que acapara la atención mundial en los últimos meses es evidencia cada vez más de una doble disyuntiva: el acento en la capacidad militar para imponer opciones de corto plazo o el énfasis en la defensa de ciertos principios como garantía de solución efectiva a largo plazo.
La nueva Administración Trump es más ejemplo que nunca de la primera opción. Se aprecia en el apoyo a Israel en sus guerras con Irán, Palestina o Siria, utilizando esa alianza para transmitir la idea de que sigue siendo la gran potencia hegemónica y la única con capacidad para articular una demostración de fuerza condicionadora de resultados.
El mismo escenario nos sirve para resaltar la actitud comedida de China, centrada en la condena de dichas dinámicas pero rehuyendo una implicación activa, lo cual deja cierta impresión de que pese a su protagonismo económico no dispone aún de los resortes precisos para influir de forma significativa en el curso de los acontecimientos.
Y, en efecto, esto es así: China debe ponderar de forma cuidadosa sus capacidades y recursos antes de aspirar a asumir roles de liderazgo más incisivos. Sin embargo, aun disponiendo de esas capacidades y recursos no cabría esperar de China una emulación del modus operandi estadounidense, basado en la fuerza, porque la idea de búsqueda de la estabilidad que China enaltece como santo y seña de su diplomacia exigiría un comportamiento en las antípodas de Washington: principios, normas, diálogo, consensos, y todo ello liderado no por ningún estado hegemónico, del tipo que sea, sino por Naciones Unidas.
La opción recurrente al uso de la fuerza, ignorando cada vez más los principios y el respeto a las normas y la legalidad internacional, representa hoy la base esencial de la praxis de la hegemonía estadounidense y occidental. La UE desempeña en esto una complicidad vergonzante y no menos condenable.
Por el contrario, la priorización de la cooperación económica y el desarrollo sobre la rivalidad geopolítica y la gestión de crisis otorgando la primacía a la militarización obliga a ser coherentes auspiciando un modelo alternativo que excluya dichos enfoques. En lo inmediato, esto puede traducirse en una reducida influencia práctica; sin embargo, está lejos de ser irrelevante si logra avalarse con una estrategia de influencia económica y política de alcance.
En el fondo, subyace la disyuntiva entre la prevalencia del orden hegemónico y el tránsito hacia la multipolaridad. En China se lee en términos de elección entre el poder o los principios. Si no hay ni debe haber espacio para que ningún país, por más poderoso que sea, pueda dictar a los demás las reglas de obediencia, lo que en el mundo se suceda debe ser consecuencia de un consenso basado en normas.
Este enfoque parte de la convicción de que la coexistencia debe arraigar en valores básicos compartidos que generen confianza, hagan realidad cierta armonía y abran paso a la paz y el equilibrio.
La Iniciativa de Civilización Global que China promueve, basada en buena medida en los supuestos filosóficos abanderados por la cultura He He, con raíces en la dinastía Shang, hace más de 3.500 años, sugiere otro rumbo que pone el acento en el largo plazo.
Se diría que es una ilusión, utópica y con poco futuro, pero la otra opción conocida, la que estamos viviendo ya, nos muestra el camino de la destrucción, el sufrimiento y la amoralidad como principios. Una guía que nos aferra al pasado.
Entre los países del Sur Global importa especialmente una comprensión significativa de este enfoque si lo que se pretende es promover el multilateralismo y el rechazo de un intervencionismo que tantas calamidades ha producido y se apuesta por experimentar vías alternativas a esas rivalidades entre potencias que hacen interminables los conflictos.
La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.
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