• septiembre 12, 2025

Análisis de las segundas vueltas electorales: El caso boliviano y la cautela ante las etiquetas políticas

Elaborado por: Lois Pérez Leira

España, 19 ago (AHN) Las recientes elecciones en Bolivia han configurado un escenario político inédito e histórico, derivando en una segunda vuelta que refleja una profunda fractura del sistema de partidos y el declive de dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS). Este panorama, impulsado por una severa crisis económica con una inflación interanual del 25 %, escasez de combustibles y la pérdida de valor de la moneda, ha llevado a los votantes a buscar alternativas fuera del oficialismo. La “guerra fratricida” entre Luis Arce y Evo Morales, sumada a la campaña de voto nulo impulsada por Morales, fragmentó el voto tradicionalmente masista, abriendo un espacio para que opciones opositoras capitalizaran el descontento.

Los dos candidatos que se enfrentarán en la segunda vuelta representan proyectos y estilos marcadamente distintos. Por un lado, Jorge “Tuto” Quiroga, de la Alianza Libre, representa a la derecha conservadora y experimentada. Su discurso es abiertamente antimasista y promueve un ajuste neoliberal, con profundos recortes al gasto público y un realineamiento internacional lejos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, lo que le ha valido el apodo del “Milei boliviano” en algunos sectores. Por otro lado, Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano, emerge como la gran sorpresa de la elección. Se presenta como una figura de renovación y centro, alejándose tanto del masismo como de la oposición tradicional. Su propuesta estrella es la Agenda 50/50, que promete una descentralización radical del Estado.

Es en este punto donde es crucial evitar un análisis simplista. Catalogar a Paz Pereira simplemente como de “derecha” o “ultraderecha neoliberal” es un error analítico que omite los matices de su trayectoria y propuesta. Hijo del expresidente socialdemócrata Jaime Paz Zamora, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), su narrativa de campaña se ha centrado en el antipersonalismo y la moderación. Su perfil sugiere más bien una aspiración a ocupar un espacio social liberal o socialdemócrata modernizado, con paralelismos potenciales con la socialdemocracia gobernante en España bajo Pedro Sánchez. Por tanto, si Paz Pereira gana, su política económica y social final será una incógnita cuyo rumbo concreto no está predefinido por una ideología ultraderechista, sino que se definirá en la pugna entre las distintas facciones de su coalición heterogénea y, sobre todo, bajo la presión política y social que se ejerza. La elección de un vicepresidente como Edmundo “Capitán” Lara, una figura populista y disruptiva, introduce un elemento de incertidumbre que podría empujar la agenda hacia posiciones más duras, pero no es el único factor.

El próximo gobierno, quienquiera que sea, estará severamente condicionado por la urgente necesidad de estabilizar la economía, lo que podría forzar políticas de consenso. La verdadera batalla, por tanto, no solo está en las urnas, sino en la capacidad de la sociedad boliviana y sus organizaciones para ejercer presión y vigilancia, ensuring que quien gobierne lo haga con pragmatismo atendiendo a las urgentes necesidades de una población castigada. La victoria de Paz Pereira representaría sobre todo un voto de castigo al MAS y un anhelo de renovación. Tacharlo de derecha de antemano sería un ejercicio ciego que subestima la complejidad del momento político y la oportunidad de abrir un nuevo ciclo menos polarizado. El riesgo de una decepción es alto, pero también lo es la oportunidad de definir desde la sociedad el rumbo que debe tomar un gobierno que, hoy por hoy, es una incógnita.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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