• septiembre 12, 2025

Argentina pone un freno al fascismo en América Latina

Elaborado por: Leoncio Alvarado Herrera

Tegucigalpa, 8 sep (AHN) La reciente elección en la provincia de Buenos Aires ha enviado un mensaje contundente al continente y al mundo: el fascismo y la ultraderecha, promovidos por intereses imperialistas, no son la solución para los pueblos de América Latina y el Caribe. La ciudadanía, cansada de vivir en carne propia las consecuencias de políticas regresivas, expresó en las urnas su rechazo a un modelo que no garantiza derechos básicos en un Estado que se presenta como democrático.

No basta con rendir culto al imperio ni con hacerse viral blandiendo una motosierra para resolver los problemas de un país tan rico y diverso como Argentina. La población lo ha entendido: las soluciones simplistas no resuelven las desigualdades históricas.

El pasado 7 de septiembre, el peronismo se impuso en la provincia más poblada del país con una contundente derrota del movimiento Fuerza Patria, liderado por Axel Kicillof, quien obtuvo una diferencia de 13 puntos sobre La Libertad Avanza, encabezada por el presidente Javier Milei.

Este resultado es clave, pues Buenos Aires concentra el 37 por ciento del padrón electoral nacional. La magnitud del triunfo anticipa un escenario aún más desfavorable para Milei en las elecciones legislativas del próximo 26 de octubre, donde se renovará una parte de la Cámara de Diputados y Senadores, como ocurre cada dos años.

La derrota de la ultraderecha tiene causas evidentes. El gobierno de Milei, como otras derechas de la región, ha gobernado de espaldas al pueblo, actuando como si detentara un poder absoluto.

En Argentina, los severos ajustes económicos, los recortes presupuestarios, el encarecimiento del acceso a recursos básicos, el endeudamiento y los alquileres impagables han golpeado con dureza a las mayorías. Todo ello se justificó bajo el pretexto de “ordenar las cuentas” y combatir la inflación. Pero el pueblo comprendió que no se puede sacrificar la vida digna en nombre de un supuesto equilibrio fiscal.

El caso argentino no es aislado: forma parte de un giro más amplio en América Latina. Actualmente, once países de la región, México, Guatemala, Honduras, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Chile, Brasil, Colombia, Bolivia y Uruguay son gobernados por proyectos de izquierda o progresistas. Todo apunta a que Argentina podría reincorporarse a esta corriente en ascenso.

Conviene destacar el ejemplo de naciones como Venezuela, Cuba y Nicaragua, que, pese a bloqueos y campañas internacionales en su contra, sostienen en la práctica la idea de que es posible construir un modelo distinto al que dicta el imperialismo. No son simples consignas: son experiencias concretas que demuestran que el capitalismo salvaje no resuelve los problemas de las mayorías.

La historia reciente muestra que las derechas en la región han actuado con sumisión frente a los intereses de EE. UU. Honduras es un caso paradigmático: más de un siglo de gobiernos conservadores no hicieron más que profundizar la pobreza, debilitar las instituciones y entregar los recursos naturales a manos extranjeras. Lejos de generar desarrollo, esa complacencia con Washington solo trajo dependencia y la perpetuación de élites reducidas y parasitarias. Eso también lo ha analizado bien el pueblo hondureño que hoy se inclina por el proyecto del Socialismo democrático.

Hoy, América Latina se tiñe nuevamente de rojo. Las ideas de cambio, justicia social y soberanía resuenan con fuerza. En los discursos de líderes actuales aún vibran los ecos de figuras históricas como Fidel Castro, Jacobo Árbenz, el Che Guevara, Simón Bolívar, Hugo Chávez o Juan Domingo Perón. Sus visiones y luchas siguen vivas en nuevas generaciones que se niegan a aceptar un sistema diseñado para castigar a los pueblos y privilegiar a unos pocos.

Lo que ocurre en Argentina no es un simple resultado electoral: es un síntoma de que la región busca alternativas al fracaso de la derecha. Es la voz de los pueblos que reclaman dignidad, justicia y soberanía. Es el recordatorio de que América Latina no quiere ser colonia, sino protagonista de su propio destino.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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