Lula visita a Cristina: un gesto de dignidad y solidaridad política

Elaborado por: Lois Pérez Leira

5 jul (AHN) En tiempos donde la política se judicializa y las democracias latinoamericanas son puestas a prueba por el poder económico y mediático, el gesto del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva hacia Cristina Fernández de Kirchner no es solo una muestra de afecto personal. Es, sobre todo, una declaración política. Una denuncia implícita al lawfare que ha destruido carreras políticas, encarcelado a dirigentes populares y distorsionado la voluntad soberana de los pueblos.

Lula visitó a Cristina en su casa de Buenos Aires, donde cumple una condena bajo arresto domiciliario. No fue una visita protocolar. Fue una visita militante. Entre compañeros de lucha. Entre dos expresidentes que, por haber defendido a los más humildes y enfrentado al poder real, pagaron con la cárcel, la persecución y el intento de proscripción.

Ambos fueron víctimas del mismo aparato judicial que, lejos de impartir justicia, se convirtió en un instrumento de guerra política. A Lula lo encarcelaron para impedirle volver al poder. A Cristina, la condenaron para sacarla del juego electoral. Pero ambos resistieron. Lula regresó. Cristina no se rinde. Como dijo ella misma en redes sociales: “A Lula también quisieron callarlo. No pudieron. Volvió y con más fuerza que nunca”.

La imagen de Lula cruzando la reja del domicilio de Cristina es una escena que pasará a la historia del progresismo latinoamericano. Porque no fue solo un encuentro. Fue un mensaje. Un acto de dignidad. Un recordatorio de que la verdadera justicia no siempre se imparte desde los tribunales, sino desde la memoria y la conciencia colectiva de los pueblos.

Estos gestos rompen el cerco del silencio. Porque el lawfare no es solo una cuestión local. Es un método exportado, sistematizado y promovido por los intereses globales que no toleran gobiernos que desafíen el orden neoliberal.

La visita de Lula debería marcar un camino. No se trata solo de expresar apoyo. Se trata de reconstruir redes de solidaridad internacional. De mostrar que cuando tocan a uno, nos tocan a todos. Es momento de que desde todos los rincones del continente y del mundo se levanten voces en defensa de quienes hoy son perseguidos por atreverse a gobernar para las mayorías.

La lucha de Cristina no es una causa personal. Es una causa colectiva. Es la lucha por la soberanía popular, por el derecho a elegir sin proscripciones, por un poder judicial independiente y por democracias reales.

Lula lo entendió. Por eso fue. Por eso abrazó a Cristina. Por eso habló de justicia. Y por eso, desde donde sea que estemos, le decimos: gracias, presidente Lula. Su gesto no solo dignifica a Cristina. Nos dignifica a todos.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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