• septiembre 13, 2025

María Carolina Aguilar Ayerra: La “Tejedora Silenciosa” de la Revolución Cubana

Elaborado por: Lois Pérez Leira

Tegucigalpa, 13 ago (AHN) El nombre de María Carolina Aguilar Ayerra quizás no resuene con la misma fuerza que otras figuras icónicas de la Revolución Cubana. Sin embargo, su vida y su obra, entrelazadas con los hilos más vitales de la construcción de la nueva sociedad, la revelan como una figura indispensable, una “tejedora silenciosa” cuyo compromiso trascendió fronteras y dejó una huella profunda, especialmente en la lucha por la emancipación de la mujer cubana.

Nacida en la lejana Entre Ríos, Argentina, el 14 de junio de 1935, Aguilar Ayerra no era cubana de cuna, pero lo fue de corazón y convicción desde muy joven. Su encuentro en Buenos Aires con las luchas del Movimiento 26 de Julio y los exiliados cubanos marcó un punto de inflexión.

No fue una simpatizante lejana, sino una activista comprometida, participando plenamente en las actividades de solidaridad antes incluso del triunfo revolucionario. Su decisión de radicarse en Cuba en marzo de 1959, siguiendo a su esposo, el luchador clandestino Santiago Riera Hernández, no fue un simple cambio de residencia; fue la culminación natural de su identificación con el proyecto revolucionario.

Su incorporación a las tareas en Cuba fue inmediata y significativa. Formó parte de ese valioso contingente de profesionales. argentinos que, bajo la cercana orientación del Che Guevara, aportaron su conocimiento y pasión en los años fundacionales, demostrando el carácter internacionalista de la Revolución. Pero fue en el ámbito de la lucha por los derechos de la mujer donde su aporte alcanzó dimensiones fundacionales.

Aguilar Ayerra estuvo allí desde el principio. Participó activamente en las cruciales reuniones convocadas por Fidel y Vilma Espín que analizaron la situación de la mujer cubana y sentaron las bases para lo que sería la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). No fue solo testigo, fue fundadora y arquitecta. Su elección para la primera Dirección Provincial de la FMC en La Habana (1960-1964) y su posterior promoción a la Dirección Nacional, encargándose del vital trabajo ideológico, de divulgación y prensa, la situaron en el corazón mismo de la batalla por transformar conciencias y estructuras patriarcales.

Su legado más tangible y perdurable quizás radique en el poder de la palabra impresa como herramienta de emancipación. Al frente de la revista Mujeres desde 1970, no solo dirigió una publicación, sino que forjó un espacio de reflexión, educación y visibilidad para las cubanas. Su visión fue más allá: fue la impulsora y primera directora de la Editorial de la Mujer (1978), una institución pionera que comprendió la necesidad de crear y difundir conocimiento específico. Bajo su guía, nació la revista Muchacha (1980), dedicada a las jóvenes, y se desarrolló un espacio editorial robusto para libros y materiales formativos esenciales para el trabajo masivo de la FMC.

Su militancia fue integral: desde las Milicias Nacionales Revolucionarias hasta el Partido Comunista de Cuba, y su representación internacional de la FMC en foros como las Conferencias de la ONU sobre la Mujer, llevó la experiencia cubana al mundo. Su constante formación en Comunicación Social y Filosofía refleja una mente inquieta, siempre al servicio de la causa.

¿Por qué es importante recordar a María Carolina Aguilar Ayerra hoy? Porque encarna un modelo de compromiso silencioso pero profundamente efectivo. Fue una intelectual orgánica en el mejor sentido, poniendo su formación periodística y su aguda conciencia política al servicio de la transformación social. Fue una mujer puente, uniendo su origen argentino con su patria de adopción y lucha, y uniendo la teoría revolucionaria con las prácticas concretas de comunicación y educación feminista. Junto a Vilma Espín, fue una de las pilares fundamentales en la construcción del andamiaje ideológico y comunicacional que permitió a la FMC ser una fuerza transformadora.

Su historia nos recuerda que las revoluciones no se construyen solo con los nombres que encabezan las marchas, sino también con las manos que escriben, editan, organizan y forman conciencia día tras día. María Carolina Aguilar Ayerra fue una de esas manos maestras, una tejedora infatigable de la trama revolucionaria cubana, cuyo legado editorial y de lucha por la mujer sigue siendo un faro de compromiso y eficacia revolucionaria.

Su vida es un testimonio de que la solidaridad internacionalista y la lucha por la igualdad de género pueden, y deben, ir siempre de la mano. Falleció el martes 12 de agosto por la madrugada, a los 90 años.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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