Donald Trump y la Sanción a Díaz-Canel: Una Arrogancia Que Ofende a la Humanidad

Elaborado por: Lois Pérez Leira

La reciente decisión de Donald Trump de sancionar al presidente cubano Miguel Díaz-Canel no es más que otro acto de arrogancia geopolítica, una demostración de poder al estilo de los grandes dictadores que la historia ya ha condenado. Trump, envuelto en su propio narcisismo político, parece creer que puede dictar la moral del mundo, imponiendo castigos unilaterales como si fuese el emperador de una época pasada. Pero el mundo no necesita emperadores; necesita diálogo, justicia y respeto entre naciones.

Resulta indignante que, tras más de 60 años de un cruel e inhumano bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, una medida reconocida internacionalmente como una violación a los derechos del pueblo cubano, Trump insista en profundizar aún más las heridas de la isla. ¿Qué pretende conseguir sancionando a un país que ya ha sido asfixiado económica y socialmente durante décadas? ¿Qué lógica puede justificar castigar aún más a un pueblo que lucha diariamente por sobrevivir, que ha demostrado dignidad, resistencia y solidaridad incluso en los peores momentos?

Cuba, pese a sus limitaciones, ha sido históricamente un ejemplo de cooperación internacional. Mientras otros países invaden, saquean o imponen condiciones, Cuba ha enviado médicos a zonas de desastre, ha ofrecido educación gratuita a estudiantes del mundo entero y ha abogado por la paz en foros internacionales. Sancionar a una nación con ese historial no solo es injusto: es un insulto a los principios fundamentales de la humanidad.

La soberbia de Trump no tiene límites. Su política hacia América Latina ha estado marcada por la prepotencia, el intervencionismo y la falta de empatía. Cree que puede definir quién es “bueno” o “malo” en el tablero mundial según su conveniencia política y sus aspiraciones de poder. No se trata de defender gobiernos ni ideologías, se trata de defender el derecho de los pueblos a vivir sin el yugo de sanciones unilaterales, sin el chantaje económico, sin el dedo acusador de un país que históricamente ha causado más guerras que soluciones.

La comunidad internacional no puede seguir permitiendo este tipo de atropellos. La sanción a Díaz-Canel no es solo un ataque al gobierno cubano, es una bofetada al derecho internacional y una ofensa directa a la humanidad. Es momento de que el mundo alce la voz, no solo en defensa de Cuba, sino en defensa de la soberanía, la paz y el respeto mutuo entre las naciones.

Ya basta de castigos. Ya basta de arrogancia. Ya basta de Trump.

La opinión del autor no necesariamente responde a la línea editorial de la Agencia Hondureña de Noticias.

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